Mesa redonda en la Semana de la Crítica en torno a Luis Buñuel

Ayer se celebró en Madrid una mesa redonda en torno a Luis Buñuel, en el marco de la I Semana de la Crítica de Cine, que se desarrolla en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Intervinieron en el acto Hugo Gutiérrez Vega, Francisco Ignacio Taibo, Julio Alejandro, José de la Colina, Emilio García Riera, Carlos Saura, Eduardo Ducay, Manuel Alcalá, Manuel Rotellar y César Santos Fontenla, en calidad de moderador.Comenzó Ducay (productor de Tristana) señalando la gran capacidad de asimilación de los problemas de rodaje que tiene el cineasta aragonés. Comentó cómo había localizado la pel...

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Ayer se celebró en Madrid una mesa redonda en torno a Luis Buñuel, en el marco de la I Semana de la Crítica de Cine, que se desarrolla en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Intervinieron en el acto Hugo Gutiérrez Vega, Francisco Ignacio Taibo, Julio Alejandro, José de la Colina, Emilio García Riera, Carlos Saura, Eduardo Ducay, Manuel Alcalá, Manuel Rotellar y César Santos Fontenla, en calidad de moderador.Comenzó Ducay (productor de Tristana) señalando la gran capacidad de asimilación de los problemas de rodaje que tiene el cineasta aragonés. Comentó cómo había localizado la película en una mañana, en Toledo, ante la obtención del permiso de rodaje, trámite que el Ministerio de Información y Turismo (tiempos de Manuel Fraga) retrasaba más de lo normal en conceder. Propuso el que se formara un equipo de analistas para estudiar, de forma sistemática, toda la obra de Buñuel.

Julio Alejandro, guionista que trabajó con Buñuel en Abismos de pasión, Nazarin, Simón del desierto,Viridiana y Tristana, apuntó la contradicción entre las obras del realizador, ásperas y duras, y su ternura personal. Comentó que cuando Vittorio de Sica vio Viridiana, lo que le preguntó era que si Buñuel pegaba a su mujer, «algo totalmente impensable en quien conoce la humanidad de Luis». En El ángel exterminador, trabajó como decorador, y ahí sí surgieron problemas, porque todo lo que de genial tiene como realizador, lo tiene de desastre como decorador. «La casa de Luis, en México, es estupenda porque está el, pero desde el punto de vista de la decoración es horrorosa.»

Carlos Saura, que se reconoció hijo espiritual de Buñuel, comentó cómo le había traumatizado la visión de El, en 1957, en Montpellier. En la película comprobó, por primera vez, cómo un artista había conseguido en el cine entroncar con la tradición literaria y plástica española. A juicio de Saura, una de las cosas de las que estaba más contento era la de haber colaborado para convencer a Buñuel de que regresara a España en los años sesenta.

Para José de la Colina la característica principal del realizador es su concepción poética del cine. Dijo que había hecho películas muy malas, con actores desastrosos, que no tiene sentido del humor, que no es un buen técnico, pero que todo lo suple con la trasgresión poética de las normas cinematográficas. «Al igual que Renoir, supo enriquecer sus obras precisamente con los elementos que estaban en contra de ella.»

Manuel Rotellar habló de la etapa de Filmófono, en la República española, para señalar que, tras haber hablado con algunos artistas y técnicos que intervinieron en las cuatro películas realizadas entre 1935 y 1936, todos le habían confesado que el director efectivo de las mismas había sido Luis Buñuel.

Para García Riera, Luis Buñuel no es un técnico como Kubrick o Coppola, pero tampoco se puede decir que sea un ignorante de la técnica. Tampoco estuvo de acuerdo en la acusación de la falta de sentido del humor.

Hugo Gutiérrez Vega destacó cómo la personalidad y el estilo del realizador habían superado las difíciles condiciones industriales mexicanas: « Buñuel aceptó las reglas del juego de la industria mexicana para jugar con ellas. Si había que hacer melodramas, lo hacía trastocando sutilmente los resultados finales.»

Cerró las intervenciones Julio Alejandro, comentando algunas de las anécdotas de los rodajes en los que había trabajado con Buñuel: «Antes de aceptar el que trabajara con él en Abismos de pasión, me comentó que quería terminarla con un cajón lleno de agujas y alfileres que se caía al suelo. Me preguntó qué significaba para mí aquello y le dije, todavía no sé por qué, que era la descomposición de la carne. Me citó para comenzar a trabajar a la mañana siguiente.»

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