Debate del Estatuto de Centros Escolares

Los dos estatutos

Algunos diputados de la izquierda parlamentaria han concedido especial significación a unas recientes declaraciones del ministro de Universidades e Investigación, Luis González Seara, quien, a propósito de las numerosas enmiendas presentadas a su proyecto de ley de Autonomía Universitaria, ha manifestado que el destino de la universidad no puede ni debe ser determinado por un solo partido.Para dichas fuentes parlamentarias, la actitud del ministro de Universidades contrasta considerablemente con la que han venido manteniendo sus compañeros de partido en relación con el Estatuto de Centros Esco...

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Algunos diputados de la izquierda parlamentaria han concedido especial significación a unas recientes declaraciones del ministro de Universidades e Investigación, Luis González Seara, quien, a propósito de las numerosas enmiendas presentadas a su proyecto de ley de Autonomía Universitaria, ha manifestado que el destino de la universidad no puede ni debe ser determinado por un solo partido.Para dichas fuentes parlamentarias, la actitud del ministro de Universidades contrasta considerablemente con la que han venido manteniendo sus compañeros de partido en relación con el Estatuto de Centros Escolares, en cuya defensa, las escasas e irrelevantes concesiones a la izquierda ni siquiera han sido reconocidas como tales, y en quienes «ha prevalecido la arrogancia sobre el diálogo, a pesar de que se trata de una ley de tanta o mayor trascendencia que la de Universidades».

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El hecho pone de relieve las mismas contradicciones internas que han llevado al grupo centrista a pedir la votación nominal del Estatuto de Centros, en la medida en que esta ley y la de Autonomía Universitaria, «los dos tatatutos», como se dice en los medios universitarios, parecen estar marcando con bastante nitidez los límites que separan a las dos corrientes ideológicas más importantes que se dan en el seno de UCD.

Desde ciertas interpretaciones maliciosas, los dos grupos, socialdemócratas y democristianos, «se van a vender sus respectivas burras», aunque a los dos les repugna de igual modo la mercancía del otro.

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