Audiovisuales de Ceesepe y Yeti

Los noctámbulos caminantes que a medianoche pisan los umbrales sonados del bar malasañero La Aurora saben ya o aún no saben que allí toparse pueden con dos audiovisuales del Yeti (Antonio Lafuente): uno, a partir de fotos suyas; el segundo, jugando con los nuevos dibujos de colores del Ceesepe. Al comenzar la proyección, hay quien decide fingir una ataraxia anglosajona y seguir, en penumbra, dándole al ajedrez. Otros dirigen la mirada en dirección contraria a la pantalla. Brota una nueva casta de borrachines estruendosos, descolgados de historias supuestamente duras y que, rizando el ri...

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Los noctámbulos caminantes que a medianoche pisan los umbrales sonados del bar malasañero La Aurora saben ya o aún no saben que allí toparse pueden con dos audiovisuales del Yeti (Antonio Lafuente): uno, a partir de fotos suyas; el segundo, jugando con los nuevos dibujos de colores del Ceesepe. Al comenzar la proyección, hay quien decide fingir una ataraxia anglosajona y seguir, en penumbra, dándole al ajedrez. Otros dirigen la mirada en dirección contraria a la pantalla. Brota una nueva casta de borrachines estruendosos, descolgados de historias supuestamente duras y que, rizando el rizo, muestran en el presente su fofa encorvadura. Quedan rostros jipiosos que delatan, mirando siempre en vano, el torbellino celestial de aquel barco de nombre extranjero que hace tiempo se fue. No faltan los curiosos que merecen palos. Y existe, en fin, un perezoso desengaño en la contemplación de tantos códigos de lenta despedida, subrayada con muecas que nacieron para borrar las huellas del ayer y amargamente iguales, en redondo, a las que hoy alborean bajo la hierba, el polvo y el punzón.Antes, pues, de mirar a la pantalla -o a lo que sea- hay casi que vestirse -desnudarse más bien de francotirador. Y es entonces difícil la neutra tolerancia descriptiva. Aunque conmueven la nitidez y el detallismo del Yeti en su obra titulada En los parques, precisa mente por escapar al gran barullo (¿estimulante?) que, desde arriba y desde abajo, se le exige al producto considerado marginal. Afortunadamente, el audiovi sual dedicado al Ceesepe, con fondo prologal de Adriano Celentano, es ya otro cantar. La captación fotográfica, el colondo, los fundidos y el montaje, pese a grietas de ritmo, poseen una eficacia y un aliento que fefuerzan el propio original. Entra el Yeti de lleno en las cordiales alucinaciones del Ceesepe, recorre con gran mimo los detalles morbosos, curiosea con gracia y nos deja anhelantes de poder presenciar la historia de dibujos animados que el creador de Slober podía prometernos y que ya nos promete.

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