Los yugoslavos no creen en una eventual intervención militar soviética

«El gran lobo ruso no se comerá a la pequeña Caperucita roja yugoslava», ironizó Leónidas Brejnev en su última visita a Belgrado en 1976. La agencia Tass denunció la semana pasada el «nuevo bluff» occidental que sugiere un eventual ataque soviético contra Yugoslavia a la muerte de Tito. La entrada de los tanques soviéticos en este país en el momento de la sucesión del mariscal es una posibilidad en la que nadie cree aquí y que no forma parte de las lógicas incertidumbres que provoca la proximidad del postitismo. Sin embargo, si el Kremlin cometiera la ...

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«El gran lobo ruso no se comerá a la pequeña Caperucita roja yugoslava», ironizó Leónidas Brejnev en su última visita a Belgrado en 1976. La agencia Tass denunció la semana pasada el «nuevo bluff» occidental que sugiere un eventual ataque soviético contra Yugoslavia a la muerte de Tito. La entrada de los tanques soviéticos en este país en el momento de la sucesión del mariscal es una posibilidad en la que nadie cree aquí y que no forma parte de las lógicas incertidumbres que provoca la proximidad del postitismo. Sin embargo, si el Kremlin cometiera la locura de intentar en los Balcanes un nuevo Afganistán -decisión capaz de provocar un nuevo conflicto mundial- Yugoslavia puede y está dispuesta a defenderse.«Las divisiones blindadas de la URSS podrían tomar nuestras principales capitales en horas, o días, pero nuestra defensa sería encarnizada. Volveríamos a la resistencia y esto supondría una guerra de guerrillas con miles de muertos.» Esta es la respuesta que se obtiene en Belgrado al preguntar por un eventual ataque soviético. Los satélites espías norteamericanos no han detectado en los últimos días concentraciones de tropas del Pacto de Varsovia en las fronteras de Hungría, Rumania o Belgrado con Yugoslavia. Las posiciones políticas dentro de Pacto de Hungría y Rumania harían en todo caso difícil para Moscú el lograr un derecho de paso masivo para sus tropas.

La posición geoestratégica de Yugoslavia como región no sólo balcánica, sino también mediterránea y centroeuropea, es de una gran importancia. Este país, con fronteras con tres naciones al Este (Hungría, Rumania y Bulgaria), más la sui generis Albania, dos occidentales (Grecia e Italia) y la neutral Austria, no pertenece a ninguno de los bloques militares, pero separa geográficamente a la OTAN y al Pacto de Varsovia, que están en contacto directo en todo el posible frente europeo excepto en esta región. Yugoslavia, junto con Albania, separa también a Italia de Grecia. en el flanco sur de la OTAN. Este país es, asimismo, un importante puente entre Europa Central. Asia Menor y Oriente.

«Puesto que Yugoslavia se encuentra en la región donde termina la zona europea de estabilidad relativa y donde empieza la región del Mediterráneo, plena de contradicciones, que probablemente no serán solucionadas pronto, no puede permitir ser sorprendida, pues es realista esperar que el área en la que se encuentra seguirá siendo presionada por las crisis, que pueden traer aparejadas hasta la utilización de la fuerza militar.»

Esta afirmación pertenece al general Nicola Llubicic, ministro de Defensa, uno de los hombres fuertes del régimen y teórico del sistema de defensa popular generalizada, una de las instituciones yugoslavas más originales y clave para garantizar la independencia del país. «Nuestra guerrilla de ocho millones de personas actúa como el arma de disuasión atómica», ha comentado el general Ster Ilic, de la Escuela Militar. La geografía del país es, además, adecuada para este tipo de lucha, realizada con pleno éxito durante la segunda guerra mundial.

Yugoslavia no busca la protección exterior y nuclear, sino que se basa en esta concepción de la defensa popular generalizada, que parte del principio de que sólo la resistencia activa armada de todo el pueblo impide al agresor la aplicación con éxito de la guerra relámpago. Inspirada en la lucha de liberación nacional, conducida por Tito, la doctrina de la defensa popular consiste en el compromiso de todo el pueblo y de todos los recursos materiales del país para oponerse al enemigo. El derecho a luchar con las armas en la resistencia está consagrado por la Constitución yugoslava.

Los municipios, provincias y repúblicas cuentan con unidades de defensa territorial, integradas por reservistas voluntarios y ciudadanos sujetos a reclutamiento. Las organizaciones sociopolíticas (el partido, la alianza socialista, grupos juveniles, etcétera) activan y encuadran ideológicamente todo el sistema de defensa popular y organizan además servicios de vigilancia, alerta, información y alarma encargados de prever cualquier ataque contra el país.

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A lo largo de todo el territorio yugoslavo hay depósitos de armas y almacenes de otros productos, alimentos, necesarios para sustentar una defensa generalizada. Un mayor desarrollo de estos depósitos y un estímulo a la construcción de refugios de acuerdo con la concepción de la defensa popular fueron algunas de las consignas dadas hace unos meses a los yugoslavos por la presidencia de la República.

Junto a este sistema de resistencia civil armada no hay que olvidar al Ejército popular yugoslavo, con 270.000 hombres, con un material moderno -un 60% se fabrica en el país- y un alto grado de instrucción. La importancia del Ejército deriva también de que es la única institución supranacional existente en esta República de repúblicas nacionales.

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