LOS ESPAÑOLES EN PARO

Puerto Serrano, la natalidad al servicio del peonaje

Puerto Serrano parece conformarse con la suerte de la emigración temporal. Sus vecinos ya no se preguntan cuáles son las soluciones al paro. Juegan a las cartas en los bares, toman el sol en una plaza mayor tachonada de naranjos secos y hacen la maleta cada dos o tres meses para buscar jornales en los olivares de cualquier provincia andaluza, en las industrias conserveras navarras o en los bosques santanderinos.Después de muchos años, «los hombres ya dominan las dificultades de viajar con la familia a cuestas».

En aquel pueblo de la sierra, situado en el límite de las provincias de Sevi...

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Puerto Serrano parece conformarse con la suerte de la emigración temporal. Sus vecinos ya no se preguntan cuáles son las soluciones al paro. Juegan a las cartas en los bares, toman el sol en una plaza mayor tachonada de naranjos secos y hacen la maleta cada dos o tres meses para buscar jornales en los olivares de cualquier provincia andaluza, en las industrias conserveras navarras o en los bosques santanderinos.Después de muchos años, «los hombres ya dominan las dificultades de viajar con la familia a cuestas».

En aquel pueblo de la sierra, situado en el límite de las provincias de Sevilla y Cádiz, cualquier turista despistado podrá observar un elevado índice de natalidad. El censo de Puerto Serrano es de 5.600 personas. Escolarizados están 1.400 niños, 150 son párvulos y otros 150 pasan la mayor parte del día en una guardería. Total, 1.800 críos -el 32% de la población-, a los que llegará un día la hora de recoger aceitunas, o algodón, o uva, y recorrerán la Península con sus padres para trabajar un par de meses y volver de nuevo al pueblo. Otra vez en Puerto Serrano acudirán al colegio o tendrán el «premio» de no ir a clase si el padre prevé a corto plazo una nueva incursión destajista.

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Sólo el 5% de los trabajadores tienen contrato fijo en las grandes fincas que rodean Puerto Serrano. Los que están en paro llegan a 1.300. La mayor parte de éstos trabajan, cuando lo hay, en el empleo comunitario. «Este año», dice el primer teniente de alcalde, Diego Cabrera, uno de los dos farmacéuticos de la localidad, «ha sido generoso: se han recibido sesenta millones de pesetas desde el mes de mayo. Pero es un dinero que no resuelve este problema, al que nadie le ve soluciones. Aquí se generan pocos puestos. Es posible que a primeros de año se cree uno en una residencia para ancianos y otro en un centro asistencial.»

«Aunque algunos vecinos se instalan de forma definitiva», continúa Diego Cabrera, «en Madrid o Barcelona, la mayor parte vuelven a Puerto Serrano. Cuando salen traen dinero, y aquí lo emplean en hacerse una casita y descansar un tiempo.»

Todos los meses abandonan Puerto Serrano alrededor de 150 familias. Al cabeza de familia le acompañan, para hacer los trabajos a destajo, todos los miembros en condiciones de aportar algún dinero en la recogida de frutos. «El problema de escolarización que padecemos», asegura el director de uno de los dos centros escolares que allí funcionan, «es muy grave.

Los chavales no tienen continuidad en sus estudios. A lo mejor se pasan tres meses fuera, vuelven, se incorporan a la clase y se marchan de nuevo al mes y medio. Es muy difícil trabajar con ellos.»

«Es grave», asegura el primer teniente de alcalde, «muy grave que este pueblo sufra un paro tan elevado. Pero lo es más el que los niños no puedan educarse con normalidad. Aquí, el índice de analfabetismo es alto, y el sistema de vida y trabajo que llevan la mayor parte de las familias no favorece la educación de obreros cualificados. A la postre, lo que sucede es que se genera año tras año más peonaje.»

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