Crítica:

Supercincierto de elvis Costello, en barcelona

El pasado jueves, y en el Pabellón de Deportes de Badalona, tuvieron lugar las actuaciones de Radio Futura y Elvis Costello.En un ambiente inundado por personal madrileño, Radio Futura mostró lo que se está haciendo en estos momentos por la capital, con canciones de tan claro contenido reivindicativo como Enamorado de la moda juvenil. El grupo tiene una presencia escénica de bastante alucinación, con dos cantantes, un guitarra con el pelo malva, un bajo que parece que se va a romper de puro delgado y un teclas-caja de ritmos que con su calva imposible y sus movimientos espasmódicos resu...

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El pasado jueves, y en el Pabellón de Deportes de Badalona, tuvieron lugar las actuaciones de Radio Futura y Elvis Costello.En un ambiente inundado por personal madrileño, Radio Futura mostró lo que se está haciendo en estos momentos por la capital, con canciones de tan claro contenido reivindicativo como Enamorado de la moda juvenil. El grupo tiene una presencia escénica de bastante alucinación, con dos cantantes, un guitarra con el pelo malva, un bajo que parece que se va a romper de puro delgado y un teclas-caja de ritmos que con su calva imposible y sus movimientos espasmódicos resulta todo un show por sí mismo. Radio Futura soltó su pop-music sin llegar a sonar demasiado bien, pero mostrando muy claramente cuál es la nueva cara del rock hispano: sin trascendencias locas, imaginativo y, sobre todo, entretenido y fresco.

En cuanto a Elvis Costello se pueden decir tantas cosas que siempre se quedaría uno corto. Así, de entrada, vale decir que la suya fue una de las actuaciones del año. Salió dando caña, inmerso en un sonido que parecía confuso y que al poco rato resultaba clarísimo. Salió con la voz tomada para acabar cantando de una manera increíble. Sacó sus mejores canciones (excepto Alison, que es lenta) y arrasó. El mismo debía estar contento, porque, contra su costumbre, dio dos repeticiones brutales. Si no es el mejor, a Elvis Costello le falta muy poco, y la única pena es que el pabellón, a pesar de los inmigrantes mesetarios, no se llenara a tope.

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