Cartas al director

Defensa de Bandrés

Hace unos días, un grupo de antiguos amigos solicitó mi firma para incluirla en una carta, posteriormente publicada en EL PAIS, en la que se pedía la inmediata liberación del señor Rupérez. Accedí muy gustoso, como volverla a hacerlo cuantas veces se me requiera para ello. Pero también me habría gustado, y lo he esperado en vano, que alguien me invitase a firmar otra carta pidiendo la inmediata apertura de una seria investigación sobre la tortura en el País Vasco y aplaudiendo la dignísima actuación a ese respecto del señor Bandrés, tan criticado por algunos por no hacer otra cosa que cumplir ...

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Hace unos días, un grupo de antiguos amigos solicitó mi firma para incluirla en una carta, posteriormente publicada en EL PAIS, en la que se pedía la inmediata liberación del señor Rupérez. Accedí muy gustoso, como volverla a hacerlo cuantas veces se me requiera para ello. Pero también me habría gustado, y lo he esperado en vano, que alguien me invitase a firmar otra carta pidiendo la inmediata apertura de una seria investigación sobre la tortura en el País Vasco y aplaudiendo la dignísima actuación a ese respecto del señor Bandrés, tan criticado por algunos por no hacer otra cosa que cumplir con su deber de parlamentario (como, a su manera, lo han venido haciendo los señores Monzón y Letamendía, pues está claro que la voluntad de sus representados se halla, en cualquier caso, por encima del reglamento de las Cortes). Lo ocurrido con estos últimos, y la posibilidad de que el señor Bandrés sea a su vez víctima de un atropello wmejante, me mueve a una consideración más bien amarga. Con ocasión de las últimas consultas electorales, EL PAIS ha expresado en diversos editoriales su preocupación ante el creciente desinterés de un amplio sector de la población por el funcionamiento de esta democracia. A la vista de la vergonzosa claudicación de partidos que, sinceramente, se consideran a sí mismos dernocráticos en la concesión de los suplicatorios para procesar a aquellos señores, me temo que los editorialistas de EL PAIS van a tener trabajo para rato.

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