El francés Michel Sadanowsky, prermio de Guitarra de Radio Francia

El músico francés Michel Sadanowsky ha obtenido el Premio de Guitarra de Radio Francia por las interpretaciones que hizo de obras de Marlos Nobre, Bach, Dowland, Rodrigo, Milán, Brower y Albéniz. El segundo premio recayó en la persona del argentino Eduardo Castanera y el suizo Walter Feybli obtuvo el tercer premio. Los diferentes escenarios en los que se celebró el concurso registraron un lleno total.

Aún habría que decir que la guitarra en Francia, y muy especialmente en París, ha aumentado adeptos por miles y miles, gracias a estas competiciones que coronan la persistente labor de tod...

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El músico francés Michel Sadanowsky ha obtenido el Premio de Guitarra de Radio Francia por las interpretaciones que hizo de obras de Marlos Nobre, Bach, Dowland, Rodrigo, Milán, Brower y Albéniz. El segundo premio recayó en la persona del argentino Eduardo Castanera y el suizo Walter Feybli obtuvo el tercer premio. Los diferentes escenarios en los que se celebró el concurso registraron un lleno total.

Aún habría que decir que la guitarra en Francia, y muy especialmente en París, ha aumentado adeptos por miles y miles, gracias a estas competiciones que coronan la persistente labor de todo el año. Se trata de adeptos apasionados que siguen las pruebas con el interés y el calor de un encuentro deportivo. Por otra parte, el Concurso persigue una línea de elevación musical, tanto en la elección del repertorio como en el estilo interpretativo o creador.Acaba de celebrarse en Radio Francia, en el teatro de Rabelagh y en el de los Champs Elysées, la 21ª. Edición del Concurso de Vidal, en su doble aspecto: composición e interpretación. La participación, si no me equivoco, ha superado en número a todas las ediciones anteriores: 108 obras originales, procedentes de veintiocho países, y 105 intérpretes de veintiocho nacionalidades. Se comprende que el trabajo de las primeras eliminatorias, desarrollado en el mes de marzo, con escucha de grabaciones y estudio de manuscritos fuese muy duro. Y, una vez más, los resultados en cuanto a composiciones han sido decepcionantes. Quedó desierto el primer premio al igual que en la mayoría de las ocasiones, salvo las obras de Joaquín Rodrigo (1961), Stepan Urban (1963), Jan Truhlar (1963), Guy Morançon (1964), Eugene Bozza (1968) y Dubeli Park (Corea), en 1976.

Decidida la no concesión del máximo galardón, el jurado acordó otorgar el segundo premio a la Sonata, presentada bajo el lema Doron y dedicada a Deborah Mariotti. Se trata de una obra seria, bien concebida para el instrumento, evidentemente academicista y de grandes posibilidades virtuosísticas. La otra partitura distinguida con mención, titulada Tres más uno (título en el que coincide con un cuarteto de Gombau), es más impresionista y atmosférica, pero, sin duda, de menor enjundia. Supone reconocimiento de mérito la selección de las dos páginas entre un conjunto de más de un centenar. De todos modos, este año, como otros, ha faltado el «premio» decisivo, la creación que convence y mantiene la atención desde el primer momento. ¿Quizá los compositores de más o menos prestigio dudan a la hora de acudir al concurso? ¿Acaso la guitarra ofrece dificultades de invención si se quiere combinar su propia naturaleza y los lenguajes de hoy? Lo cierto es que no pueden compararse los resultados de la competición de obras y los de los concursos de intérpretes. Hay que consignar la calidad de las versiones a cargo del argentino Roberto Ausel, premio primero en 1975.

El primer premio, para Francia

Rara vez un intérprete francés ha logrado el primer premio. El país fundador y patrocinador del concurso en 1959 tuvo que esperar a 1973 para obtener el galardón, en la persona de Aranaud Dumond. Ahora,un intérprete francés, de apellido escasamente galo, se ha situado en cabeza de los participantes. Se trata de Michel Sadanowsky, dueño de gran musicalidad, imaginación sonora y rigor conceptual, lo que demostró en pentagramas de muy diversos estilos desde la modernidad del Homenaje a Villalobos, de Marlos Nobre (obra obligada) hasta Bach y Dowland, pasando por Rodrigo, Milán, Brouwer y Albéniz. Sobre las cualidades señaladas hay en Sadanowsky un poder comunicativo, una gracia de atracción que le asegura un excelente porvenir.Un segundo premio fue para el argentino Eduardo Castanera, cuya innata musicalidad se desarrolló con mayor amplitud y sosiego en la prueba privada que ante el público, mayoritariamente juvenil, que abarrotaba el teatro de los Campos Elíseos. Debemos recordar un gracioso Fandango, de Rodrigo; una traducción muy seria de la Chacona, de Bach; un depurado y ennoblecido Giuliani o el preciosísimo de la Sonatina, de Berkeley, o las Bagatelas, de Walton.

En fin: un suizo, Walter Feybli, obtuvo el tercer premio -mención honorífica-. De cuanto hizo guardamos en la memoria una excelente interpretación del Homenaje a Villalobos, de Nobre. Como contrapartida de ese y otros valores, su adaptación jazzeada de la Danza de Anitra, de Grieg, supuso una quiebra en la exigencia artística y la entrega a fórmulas de fácil comercialismo. No es desdeñable el cuarto finalista, Kari Aikas, de Finlandia. Posee cantidad y calidad sonora, pero su manera es excesivamente plana y su expresividad carece de convicción.

Por esta vez, el fallo del numeroso jurado, presidido por el compositor Charles Chaynes y formado por otros cuatro compositores (Tansmann, Hasquenopri, Marlos Nobre y Vercken), tres guitarristas (la Polasek, López Ramos y Crosskey), el clavecinista Rafael Puyana, el promotor italiano Pittaluga, el productor del concurso, Vidal, y el que suscribe, coincidió exactamente con la opinión del público que apluadió las decisiones y a los destinatarios de los premios.

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