Cartas al director

Correcciones fraternas a Hans Küng

El reciente artículo de Hans Küng sobre Juan Pablo II (EL PAÍS, 21-X-79) comienza invocando el deber de realizar la «corrección fraterna», incluso a los prelados de la Iglesia, cuando sea necesario. Nada más cierto. Lo sorprendente es que el teólogo de Tubinga sea tan impermeable a las críticas a él dirigidas. Todas sus últimas obras le han valido sucesivas correcciones fraternas por parte de la jerarquía, advertencias que él ha desdeñado como «intromisiones inquisitoriales».Cuando publicó su obra Ser cristiano, los obispos alemanes le invitaron por dos veces a corregir y completar ...

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El reciente artículo de Hans Küng sobre Juan Pablo II (EL PAÍS, 21-X-79) comienza invocando el deber de realizar la «corrección fraterna», incluso a los prelados de la Iglesia, cuando sea necesario. Nada más cierto. Lo sorprendente es que el teólogo de Tubinga sea tan impermeable a las críticas a él dirigidas. Todas sus últimas obras le han valido sucesivas correcciones fraternas por parte de la jerarquía, advertencias que él ha desdeñado como «intromisiones inquisitoriales».Cuando publicó su obra Ser cristiano, los obispos alemanes le invitaron por dos veces a corregir y completar «las fórmulas insuficientes y equívocas» que allí mantenía. Lejos de rectificar, repitió las mismas tesis en su siguiente libro.

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Hans Küng, que constantemente invita al Papa y a los obispos a realizar un «serio examen de conciencia» autocrítico, no parece muy aficionado a realizar el mismo ejercicio. Mientras el teólogo de Tubinga se pregunta si el Papa será capaz de «cambiar y aprender algo» (aprender del magisterio de Küng, se sobreentiende), otros nos preguntamos si Hans Küng no empieza a considerar infalibles sus propias opiniones, aunque acostumbre a ponerlas entre interrogantes.

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