La ampliación de la CEE debe permitir replantear las ayudas al equilibrio regional europeo

El desequilibrio regional en el interior de los nueve Estados del Mercado Común es un foco permanente de tensiones socioeconómicas en la CEE. La entrada de países como Grecia -que firma su adhesión a la CEE el próximo 28 de este mes-, España y Portugal acentuará tales diferencias. Desde la actual Comunidad Europea de los nueve, franceses e italianos son los más interesantes en señalar las consecuencias que puede originar para sus respectivas regiones pobres el deber compartir la triste calificación con otras zonas subdesarrolladas de los tres nuevos Estados candidatos a la Comunidad.

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El desequilibrio regional en el interior de los nueve Estados del Mercado Común es un foco permanente de tensiones socioeconómicas en la CEE. La entrada de países como Grecia -que firma su adhesión a la CEE el próximo 28 de este mes-, España y Portugal acentuará tales diferencias. Desde la actual Comunidad Europea de los nueve, franceses e italianos son los más interesantes en señalar las consecuencias que puede originar para sus respectivas regiones pobres el deber compartir la triste calificación con otras zonas subdesarrolladas de los tres nuevos Estados candidatos a la Comunidad.

Un coloquio en la ciudad italiana de Bolonia, capital de la región de la Emilia-Romagna, analizó la actual política de Bruselas en materia de ayuda regional y, concretamente, en lo que se refiere al sector agrario. Sorprende, en el caso de Italia, comprobar la escasa utilización de las subvenciones comunitarias, la inquietud ante la competencia de producciones meridionales (agrios, vino, frutos, legumbres y aceite de oliva) que supondrá la entrada de productos del campo griego, español y portugués y, signo positivo de la ampliación de la CEE visto desde el Sur, la oportunidad de reforzar el frente de países mediterráneos de la CEE ante una política agrícola común que favorece claramente las producciones «nórdicas» en el Mercado Común.Reforma agraria

Antonio Giolitti, responsable de la política regional en la Comisión Europea; Lanfranco Turci, presidente del Gobierno regional de la Emilia-Romagna; Fabricia Vaduel Glorioso, presidenta del Comité Económico y Social de la CEE, y varias personalidades del mundo universitario y político italiano coincidieron en que el ingreso de España al Mercado Común ofrecerá la posibilidad para una reforma profunda de la política común agrícola de la CEE. La región de Emilia-Romagna es una de las más dinámicas de las 119 regiones que tiene la actual Europa comunitaria de los nueve. Explotaciones de tipo medio, entre veinte y cincuenta hectáreas, equilibrio de producción en cereales, carne bovina, frutos y legumbres y vino, organización de cooperativas para racionalizar producción y comercialización, son algunas de las características más notables de la región italiana, gobernada estos últimos tiempos por el Partido Comunista. «Rechazamos la imagen de ser una isla de prosperidad en medio de una Italia caótica», dice Lanfranco Turci. La riqueza de la región de Emilia-Romagna es un fenómeno de equilibrio entre el sector agrícola y el industrial (pequeña y mediana empresa), acompañado del «consensus» político entre comunistas y dernocristianos,

La experiencia de veintiún años de funcionamiento del Mercado Común, desde 1958, demuestra que han sido las regiones ricas de la Comunidad situadas en el Norte las que se han beneficiado con preferencia de las estructuras y políticas comunitarias, sin reducir las diferencias entre regiones desarrolladas y regiones subdesarrolladas. Todo un ejemplo a tener en cuenta para un país candidato como España. ¿Por qué motivos las zonas menos desarrolladas de la Comunidad no aprovechan los beneficios del espectacular desarrollo económico que ha vivido Europa en estos últimos veinte años? El coloquio de Bolonia no dio respuestas concretas, pero identificó algunos fallos. Sobre todo en el caso específico de Italia. Del presupuesto común destinado a la agri,cultura (más del 70 % del presupuesto CEE), Italia se beneficia del 40% de la sección dedicada a reforma de estructuras y modernización de explotaciones. Sin embargo, la parte «orientación» del FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola) es netamente inferior, casi marginal, al conjunto del presupuesto de la Política Agrícola Común, basada en una estrategia: de apoyo a los precios en beneficio de las grandes explotaciones y favorece la formación de excedentes, como en el caso de la leche. Una, primera conclusión del coloquio de Bolonia pasa por una mayor atención de la reforma de explotaciones, sobre todo en las zonas pobres.

Desperdiciar fondos

La falta de información real de las posibilidades que ofrece la CEE y la burocracia, sobre todo en el caso de Italia, ilustran que se desperdician los fondos que concede el Mercado Común para el desarrollo agrario en regiones como el mezzogiorno italiano o el midi francés. De 79.000 explotaciones agrícolas en Italia, sólo 1.800 presentaron planes de desarrollo agrario para beneficiarse de ayuda financiera de la CEE. «Tenemos la política agrícola que nos merecemos y que no funciona. Es un problema más político que técnico», afirmó el profesor de la Universidad de Trento Giuseppe Ricci. Reforzó su denuncia con cifras que ilustran que de 138.000 -millones de liras (unos 13.500 millones de pesetas) concedidas por la CEE en 1977, para modernización de explotaciones agrícolas en Italia, sólo se utilizó el 0,5 %.

La Emilia-Romagna, Trento, Bolzano y Lombardía son las únicas regiones italianas «nórdicas» que han utilizado las posibilidades que ofrece la CEE para desarrollo regional. Por falta de solicitudes, el resto de fondos disponibles para el desarrollo del campo italiano «duermen » en Bruselas, por carencia de proyectos.

Planes-piloto

Como sugerencia para remediar parte de la «eurocracia», con parte de responsabilidad de quienes elaberan directivas demasiado complicadas en la sede comunitaria de la CEE en Bruselas, el coloquio de Bolonia apuntó la necesidad de una conexión directa entre la Comisión Europea, desde la capital belga, y los poderes regionales. «Una nueva concepción de la política regional, que incluya todos los aspectos de orden monetario, agrícola, industrial y social, puede resolver parte de los problemas», dijo Antonio Giolitti, miembro de la Comisión Europea, que cerró el coloquio. Nápoles, en Italia; Belfast, en Irlanda del Norte; y la Lorena, en el noreste de Francia, son las; tres regiones «piloto» escogidas por la CEE para sus nuevos programas de desarrollo regional intensivo. Regiones pobres desde su onigen o en clara recesión, como en el caso de la Lorena, por decadencia de sectores industriales tradicionales en declive, como siderurgia y textil.

Cara a la integración española a la CEE, los responsables deberán contar con las realidades de la disparidad de desarrollo regional en Europa. Más aún cuando España entera (excepto casi toda Cataluña, País Vasco y Madrid) entran en niveles de subdesarrollo, comparado con la actual media comunitaria de la CEE, que obligarán a contar con los mecanismos, aún escasos, que el Mercado Común pone a disposición del estímulo económico regional. Falta de información de los propios interesados y exceso de burocracia administrativa son los dos «males» principales que afectan a Italia para aprovechar del apoyo financiero CEE. Dos lagunas que España debería evitar que se produzcan cuando ingrese en la CEE.

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