Reportaje:

Decenas de miles de millones supone la crianza del toro bravo

«¿Quién torea?» Esta es la pregunta que se suele hacer el espectador medio cuando proyecta ir a la corrida. Sólo los aficionados preguntarán, y aún antes, de quién son los toros. En un alto porcentaje, por tanto, al público le importa sólo relativamente la ganadería y son muchos los que acaso ni prestan atención al juego que da en el ruedo la res.

La hegemonía histórica de las figuras, acentuada en nuestros tiempos por los planteamientos exclusivistas de los empresarios, ha restado importancia al toro de lidia. en una actitud injusta, incluso suicida, pues es la base de la Fiesta. Hast...

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«¿Quién torea?» Esta es la pregunta que se suele hacer el espectador medio cuando proyecta ir a la corrida. Sólo los aficionados preguntarán, y aún antes, de quién son los toros. En un alto porcentaje, por tanto, al público le importa sólo relativamente la ganadería y son muchos los que acaso ni prestan atención al juego que da en el ruedo la res.

La hegemonía histórica de las figuras, acentuada en nuestros tiempos por los planteamientos exclusivistas de los empresarios, ha restado importancia al toro de lidia. en una actitud injusta, incluso suicida, pues es la base de la Fiesta. Hasta tal punto se le llegó a minimizar, que durante años -sobre todo en las décadas de los años cuarenta y sesenta- se cometieron con las reses toda clase de tropelías, en la mayor impunidad. pues se contaba con la pasividad del público.La realidad es, en cambio, que el estamento ganadero viene haciendo, durante siglos, un enorme esfuerzo de selección y crianza. y emplea en la labor cantidades astronómicas de dinero. El valor de inversión en las 109.000 reses que hay en la actualidad en España rebasa los 4.300 millones de pesetas y el gasto anual que suponen las operaciones de crianza es del orden de los 3.000 millones de pesetas.

Las 640 ganaderías de bravo registradas en la actualidad suman 1.500 fincas que ocupan 380.000 hectáreas, cuyo valor es imposible de calcular, por la gran variedad de los terrenos y las fluctuaciones que opera la especulación del suelo. Pongamos que el valor global rebasará, con mucho. los 50.000 millones de pesetas.

En cuanto a instalaciones, en cambio, sí podremos ofrecer un valor estimado. Manejamos en este informe datos que nos han sido facilitados por Manuel García-Aleas, secretario general de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, el cual ha efectuado una paciente tarea de estudio y síntesis para llegar a los mismos.

Todas las ganaderías cuentan con instalaciones de plazas de tienta. corrales, embarcaderos, pajares. abrevaderos, cercados, que pueden valorarse en unos seis millones dé pesetas por explotación. Y se utilizan, además, diversos aperos. como guadañadoras, empaquetadoras, tractores, molino de pienso, carros, caballos y bueyes, que supondrán en total unos cinco millones de pesetas por finca. Es decir, que el valor global de las instalaciones de la ganadería de bravo alcanzará los 11.300.000 pesetas.

Luego está el personal -unos 2.000 hombres con carácter fijo, más un número indeterminado en régimen eventual- muy especializado, pues así lo requieren las tareas a las que está dedicado, cuyos salarlos anuales totalizarán más de ochocientos millones de pesetas.

Han reducido el número de reses

Y todo este esfuerzo, para hacer posible un espectáculo que a su vez mueve grandes cantidades de dinero, del cual sólo una parte ínfima se dedica al pago de los toros, y que además no ofrece al ganadero ni siquiera la garantía de absorber su producción. Hay algunos que no pueden vender todos los toros que crian, a veces ni uno de ellos, por lo cual su actividad ganadera es una carga imposible de sostener. Precisamente la falta de estímulos y escasa rentabilidad que han tenido hasta ahora han hecho que los criadores acortaran sus producciones. La cifra sostenida de 9.000 becerros que se herraban anualmente ha remitido a partir de 1974 y está ahora en 7.000, lo cual va a ocasionar que en esta temporada y las dos siguientes tenga que reducirse el número de festejos que se organizaban habitualmente por falta de reses.

Un grupo de ganaderos -Juan Mari Pérez Tabernero, Carreros, Alipio. Luis Fraile- realizó hace unos meses un estudio revelador acerca de los gastos e ingresos de una ganadería de bravo en 1978. Proponía una ganadería-tipo, con 320 cabezas (cien vacas de vientre, 144 añojos y erales, 34 utreros, 30 toros de lidia, 5 sementales, 7 cabestros), con un gasto de inversión de 12.800.000 pesetas. Los gastos de manutención alcanzan, en este supuesto, 3.833.800 pesetas por año, y otros diversos. 1.236.500 pesetas. Entran aquí, por supuesto, los correspondientes a comisiones a quienes van a ver las corridas para su adquisición, que se llevan para su bolsillo arriba del 3% del precio.

En el supuesto de que esa ganadería-tipo vendiera todos sus toros. y sumado el importe de las vacas de desecho, habría ingresado 4.540.000 pesetas, lo que da a la explotación un balance de pérdidas que rebasa el medio millón de pesetas. Es un resultado a todas luces lamentable, porque no intervienen aquí únicamente los capítulos gastos-ingresos que hubo durante el año, sino el valor de Ia inversión y toda la estructura que es necesaria para desarrollar la explotación ganadera.

En 1978 -seguimos con los datos que aporta García-Aleas- se lidiaron 15.750 reses, de distintas edades. según los espectáculos a que estaban asignadas. El detalle es el siguiente: 4.500 toros, 3.250 novillos y 8.000 becerros. Las empresas pagaron por todos ellos 1.286.250.000 pesetas. Pero se resarcieron en seguida de una parte importante del gasto, pues la venta de la carne les supuso 485.437.000 pesetas, lo que quiere decir que, en realidad, abonaron por el capítulo ganadero poco más de ochocientos millones de pesetas.

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