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Como es casi habitual entre quienes integraron el grupo Nueva Generación, Luis Canelo ha demostrado siempre un gran rigor a la hora de explicar y controlar la práctica de su pintura. Bien está esa sabiduría, mientras no se la coman las explicaciones.Canelo confiesa su voluntad de «conectar con la abstracción del cincuenta en una línea de cariz científico», y nosotros nos preguntamos sí tal cariz no estará agobiando su pintura con argumentos innecesarios. Lo único que Luis Canelo puede sacar de ese flou conceptual -residuo quizá de Michel Tapié- es que los críticos se pongan de ac...

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Como es casi habitual entre quienes integraron el grupo Nueva Generación, Luis Canelo ha demostrado siempre un gran rigor a la hora de explicar y controlar la práctica de su pintura. Bien está esa sabiduría, mientras no se la coman las explicaciones.Canelo confiesa su voluntad de «conectar con la abstracción del cincuenta en una línea de cariz científico», y nosotros nos preguntamos sí tal cariz no estará agobiando su pintura con argumentos innecesarios. Lo único que Luis Canelo puede sacar de ese flou conceptual -residuo quizá de Michel Tapié- es que los críticos se pongan de acuerdo, por una vez, sobre lo que dice pintar y seguramente pinta, puesto que así lo dice. Por suerte, la pintura de Canelo consigue sobreponerse a su discurso, y algunos de sus cuadros resultan estar magníficamente pintados; no sabemos si en una «atmósfera de protofertilidad» o dónde diablos, pero bien pintados.

Luis Canelo

Galería Ruiz Castillo. Fortuny, 37.

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