Tribuna:

La pesca, varada

Desde hace unos meses, concretamente desde que los representantes oficiales del sector pesquero viajaron a Bruselas para aumentar ficticiamente el cupo de licencias para la flota pesquera española que faena en las aguas jurisdiccionales de la CEE, se ha hecho más patente la inexistencia de una política pesquera para la opinión pública, pareciendo que la estrategia reside en propiciar el retraso en las soluciones para hacer imprescindible la creación de un Ministerio de Pesca.Al margen de la historia de las últimas negociaciones pesqueras entre España y los comunitarios, cuyo desarrollo daría p...

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Desde hace unos meses, concretamente desde que los representantes oficiales del sector pesquero viajaron a Bruselas para aumentar ficticiamente el cupo de licencias para la flota pesquera española que faena en las aguas jurisdiccionales de la CEE, se ha hecho más patente la inexistencia de una política pesquera para la opinión pública, pareciendo que la estrategia reside en propiciar el retraso en las soluciones para hacer imprescindible la creación de un Ministerio de Pesca.Al margen de la historia de las últimas negociaciones pesqueras entre España y los comunitarios, cuyo desarrollo daría pie por sí sólo a más de un jugoso comentario, ya que lo que se hizo en su momento no fue sino un juego malabar sazonado con una buena ración de demagogia (no es lo mismo pescar merluza en una buena zona del Gran Sol que en un pico de los Pirineos), las negociaciones bilaterales con Mauritania -cuando hace poco más de un año que se firmó un acuerdo- y la forma en que éstas se están desarrollando son motivos más que suficientes para recordar a los responsables pesqueros del Ministerio de Transportes y a los opositores a la titularidad de un futuro Ministerio de Pesca que los hábitos en muchas ocasiones pueden traicionar la teórica buena voluntad negociadora.

El vigente acuerdo pesquero con los representantes gubernamentales de Nuakchott le costó a España una elevada cantidad de dólares y fue criticado por más de un estamento oficial y privado de nuestro país. El oscurantismo y secretismo con que se están llevando las actuales negociaciones entre las partes y la utilización de prácticas no informativas, sino propagandísticas -dignas de años pasados-, no ayudan en absoluto a la racionafización de un sector que, por la desidia de muchos y el interés de unos pocos, se encuentra en una situación absolutamente impresentable. La participación del teniente general Gutiérrez Mellado en las negociaciones viene a-sumarse a todo ese cúmulo de incertidumbre a la que Transportes no da ninguna respuesta.

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