Reportaje:La cuestión armamentista española/3

España, décimo en el "ranking" de exportadores occidentales

Más allá de las operaciones puramente ilegales, sometidas por principio a la autoridad del juez competente, determinados sectores de la opinión pública española han reaccionado con cierto escándalo ante la venta de armas a determinados Gobiernos dictatoriales, escasamente respetuosos con los derechos humanos. El tema salpica al propio Gobierno, que supervisa toda operación de esta naturaleza. Centrar las realidades y los criterios comerciales en la materia puede contribuir a clarificarla. De ello informa Jesús de las Heras.

Lo que en principio parece obligado y así lo exige tanto la opi...

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Más allá de las operaciones puramente ilegales, sometidas por principio a la autoridad del juez competente, determinados sectores de la opinión pública española han reaccionado con cierto escándalo ante la venta de armas a determinados Gobiernos dictatoriales, escasamente respetuosos con los derechos humanos. El tema salpica al propio Gobierno, que supervisa toda operación de esta naturaleza. Centrar las realidades y los criterios comerciales en la materia puede contribuir a clarificarla. De ello informa Jesús de las Heras.

Lo que en principio parece obligado y así lo exige tanto la opinión pública como los propios fabricantes es que se clarifique el tema. Y esto no sólo quiere decir que se arroje luz sobre los posibles casos de tráfico ilegal, sino que se fije la trayectoria futura de acuerdo con las fuerzas políticas, algunas de las cuales ya se han pronunciado por un control parlamentario.En el sector armamentista español se barajan en este momento dos hipótesis que deben ser tenidas en cuenta:

1. Los casos de tráfico ilegal son ocasionales y en cierto modo están amparados por el secreto a ultranza que se mantiene en el tema.

2. Existe una maniobra por parte de los principales países exportadores de Europa, que tratan de evitar la competencia española y su auge en este mercado.

Un hecho inédito avala este segundo temor. Al hacerse pública la venta de un arma española, con su correspondiente munición, a un determinado país, el Gobierno comprador fue visitado por una delegación belga que le propuso la venta de sus proyectiles, a fin de que no dependieran exclusivamente de España. Sin embargo, estos temores parecen contradecirse abiertamente con esa afirmación generalizada de que «España es un pigmeo en cuestión de armamento, que no preocupa a nadie». Demasiadas contradicciones, excesivos puntos oscuros, que al final pueden terminar por favorecer a quienes se mueven en el terreno de la ilegalidad.

Barreiros se defiende

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El holding Barreiros agrega, por su parte, que durante el último mes y medio, coincidiendo con la publicación de determinados negocios armamentistas poco esclarecidos, se ha detectado un cierto recelo por parte de los países compradores y esto dificulta la contratación de nuestro material de defensa.

En su opinión, España no sólo puede comerciar con su propia fabricación, sino que puede vender a los Gobiernos armas adquiridas en otros países, siempre que se haga con las oportunas autorizaciones. «De hecho -añade- así se hace, porque conviene a los intereses españoles.»

Barreiros es un holding creado hace unos treinta años, que en la actualidad agrupa a 46 compañías. Su consejo de administración está presidido por Valeriano Barreiros, mientras sus hermanos Graciliano y Celso ocupan las dos vicepresidencias. Entre los consejeros figura Ignacio de Liniers y Pidal.

En la planta de forja que el grupo mantiene en Orense (Inbasa) se fabrican proyectiles de artillería para Ejército y Marina. Su importancia relativa es minimizada por otros empresarios, que consideran esta planta como de tono menor, aunque puede llegar a producir hasta 150.000 proyectiles anuales y, en caso necesario -sólo se fabrica sobre pedido-, podría ampliarse esa cifra.

El proyectil no se fabrica completo en esta planta, sino vacío, aunque posteriormente se monta el disparo completo después de adquirir los explosivos a otras industrias. Esta planta general de forja -no sólo de munición-, que consume la energía eléctrica equivalente a una ciudad de unos 20.000 habitantes, da trabajo a 550 personas.

Inicialmente, la producción de proyectiles se inició con el propósito de atender primero las necesidades de las Fuerzas Armadas españolas y exportar luego el excedente. «Esto permite -explica la empresa- lograr precios competitivos por medio de grandes series. A medio plazo puede llegar a efirninarse nuestra dependencia de fabricantes extranjeros.» Barreiros insiste que en cualquier caso las operaciones de venta al exterior se realizan con Gobiernos soberanos y reconocidos oficialmente por nuestro país.

«Incluso en los casos de tránsito de armas por territorio español, cuando se trata de materiales que se importan y se reexportan, es necesaria la autorización expresa de la Junta de Exportación de Armamento. Si el material no toca territorio español hace falta asimismo un permiso para la operación financiera, que normalmente suele concederse porque supone un determinado ingreso de divisas.» Barreiros añade también, como las demás empresas, que la legislación española es similar a la de cualquier otro país europeo.

Una industria tercermundista

Dejando ya al margen cuestiones de tipo presuntamente ilegal, interesa centrar otros aspectos.

Las exportaciones españolas de armamento no son gran cosa, si se las compara con las del resto de los principales países. Pero el incremento experimentado en los últimos años ha sido tan importante que ha permitido a España encaramarse al décimo puesto del ranking de los países occidentales. La diferencia con los principales exportadores de armamento -Estados Unidos, URSS, Francia o Gran Bretaña- sigue siendo, sin embargo, abrumadora. Esta actividad ha cobrado, pese a todo, importancia comercial y diplomática y, últimamente, está sometida a cuestionamientos políticos que hacen necesario conocer con detalle sus dimensiones reales.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ha ofrecido una colaboración valiosa, aunque muy genérica, al solicitar información al respecto. En España nuestra industria de armamento ni siquiera resuelve nuestras necesidades. No hemos alcanzado en este sector el nivel medio de la industria en general.»

Las cifras verdaderas de este comercio siguen siendo de difícil acceso y no siempre coincideates. Datos facilitados por fuentes empresariales solventes, que vienen a coincidir con bastante aproximación con los que obran en poder de Asuntos Exteriores, arrojan el siguiente balance: en el período enero-septiembre de este año, Estados Unidos exportó 13.300 millones de dólares, y 11.190 millones de dólares en 1977. Se desconoce con exactitud el monto de las exportaciones de la URSS, Checoslovaquia y otros países del Este, pero las fuentes fiables los sitúan entre los más significados.

Según algunas fuentes, entre Estados Unidos y la URSS suministran las dos terceras partes del total mundial. Estados Unidos, en primer lugar, con un 39 %, y luego, la URSS, con un 28 %. Hace tan sólo cuatro años, Estados Unidos vendía casi la mitad de las armas que se compraban en el mundo, exactamente un 46 %. La razón de esta disminución porcentual y relativa estriba, por un lado, en que muchos países, principalmente del Tercer Mundo, han iniciado una fuerte carrera para dotarse de su propio armamento y, de otra parte, la actividad de otros, como España, poco introducidos en el mercado, pero lanzados a mejorar su situación.

De todas formas, el volumen mundial del comercio armamentista no ha dejado de crecer. En los últimos siete años las exportaciones de Estados Unidos se han multiplicado, Gran Bretaña las ha duplicado, Francia las ha sextuplicado, Gran Bretaña las ha multiplicado por 3,6 y la República Federal de Alemania por cien.

Después de las dos grandes potencias siguen los dos grandes de Europa occidental, Francia y Gran Bretaña, con armas exportadas en 1977 por un valor de 3.500 millones de dólares. A continuación, Alemania occidental e Italia, con 1.500 millones de dólares; Bélgica, Suecia y Holanda, entre 1.500 y mil millones; Suiza, con 335 millones; España, con 160 millones de dólares exportados en 1977. El año anterior la exportación de armamento ascendió a 96 millones de dólares, el doble que un año antes. Es decir, la exportación española queda muy lejos de la norteamericana e, incluso, de la francesa, pero es considerable su porcentaje de incremento anual.

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