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La Imitación de Cristo, o Kempis, como se llama con el apellido de su autor a este libro de espiritualidad de gran circulación en el mundo cristiano, fue escrito antes de 1420 por Tomás de Kempis, un clérigo nacido en Kempen, diócesis de Colonia (Alemania), en 1379 y muerto en 1471. Desde la adolescencia se unió a los Hermanos de la Vida Devota, un movimiento de renovación religiosa que consistía en inculcar la religiosidad interior del corazón y del espíritu frente a una religiosidad hecha de ceremonias externas sin una ética exigente.Este sentido de reacción espiritual contra u...

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La Imitación de Cristo, o Kempis, como se llama con el apellido de su autor a este libro de espiritualidad de gran circulación en el mundo cristiano, fue escrito antes de 1420 por Tomás de Kempis, un clérigo nacido en Kempen, diócesis de Colonia (Alemania), en 1379 y muerto en 1471. Desde la adolescencia se unió a los Hermanos de la Vida Devota, un movimiento de renovación religiosa que consistía en inculcar la religiosidad interior del corazón y del espíritu frente a una religiosidad hecha de ceremonias externas sin una ética exigente.Este sentido de reacción espiritual contra una religiosidad puramente material y de interiorización religiosa contra las costumbres disolutas y bárbaras de su tiempo en toda la cristiándad hace que el Kempis se convierta con frecuencia en un tratado de desprecio del mundo e incluso del hombre y presente una imagen de Dios terrible a veces, porque, por otra parte, tiene una fundamentación bíblica muy importante.

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Tomás de Kempis escribió además otros libros y dedicó su vida a copiar los de otros autores. Fue elegido procurador o encargado de las finanzas del monasterio, pero tuvo que abandonar el cargo por su ausencia total de sentido práctico. Fue un místico que ha enseñado a generaciones enteras de cristianos a no confiar demasiado ni en el mundo ni en los hombres. Amado Nervo decía que eI Kempis le había amargado la vida porque se la había vuelto toda ceniza, pero otros hombres, cristianos o no han creído ver en el Kempis sencillamente un libro que les avisa de que lo esencial está en el interior del hombre, como decía Agustín de Tagaste, el autor de la regla monástica bajo, la que vivió el autor de este libro.

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