Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

1982

La fecha es casi de Orwell, sobre poco más o menos, y yo creo que efectivamente la efemérides puede resultar orwelliana. Ya saben, que en 1982 celebramos los Mundiales de fútbol aquí en España.No entramos en el Mercado Común, no quiere la izquierda utópica (todas las izquierdas son utópicas, aunque luego devienen parlamentarias y dejan de ser izquierda) que entremos en la OTAN, no nos devuielven la Rock, porque los ingleses siempre lo prefieren on the rocks, no nos dejan pescar las potencias internacionales ni en el estanque del Retiro, pero en cambio nos han encargado de recibir y orga...

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La fecha es casi de Orwell, sobre poco más o menos, y yo creo que efectivamente la efemérides puede resultar orwelliana. Ya saben, que en 1982 celebramos los Mundiales de fútbol aquí en España.No entramos en el Mercado Común, no quiere la izquierda utópica (todas las izquierdas son utópicas, aunque luego devienen parlamentarias y dejan de ser izquierda) que entremos en la OTAN, no nos devuielven la Rock, porque los ingleses siempre lo prefieren on the rocks, no nos dejan pescar las potencias internacionales ni en el estanque del Retiro, pero en cambio nos han encargado de recibir y organizar el Mundial de Fútbol 1982. Qué peso me han quitado de encima.

Creía yo que a lo mejor no contábamos para nada en el concierto ese mundial de las naciones, como decían antes los Papas (Juan Pablo I, ahora, prefiere contar chistes de baturros en la cosa dominical: es más humano). Pero ya está arreglado nuestra democracia ha tocado puerto, la singladura (que se decía también antes, por halagar la frustrada vocación marinera de Franco) ha llegado a buen fin. Hemos desmontado una dictadura, hemos armado en la cocina de casa una democracia, hemos legalizado a los rojos, a la Pasionaria y a Sandra Alberti (la una en su uniforme de Bernarda Alba de izquierdas y la otra sin uniforme y sin nada de nada), hemos traído al otro Alberti para que su hija le riña en el Ya, hemos puesto la mayoría de edad en plena minoría, hemos liberado la neogyriona y a Blanco Chivite (para volverle a embaular, que es lo distraído), hemos dado una carrera al Lute y una carrerilla a los ultras, por lo de Atocha (sólo una carrerilla, que antes se llamaba del señorito), y gracias a todo este desmadre democrático y este salto en la Historia, ya somos como Videla.

Ya podemos organizar un mundial de fútbol. Desde que se ha sabido el notición, los cronistas de la cosa no paran de decir que es un gran honor, la más alta ocasión que vieran los siglos, otra vez la España eterna, pero tipo Saporta con la mano al pecho y una corza velazqueña al fondo, que si se fija uno bien resulta que la corza es Di Stéfano.

Corza, saeta rubia, lo que sea. El otro día se lo oí por la radio del taxi a un locutor (ya tengo dicho que el taxi. es mi mejor mass-media, y además te lleva a los sitios):

-Alfredo Di Stéfano, q ue lo ha sido todo en el fútbol español...

Don Raimundo Saporta también lo ha sido todo en el fútbol español, según leo. Y don Santi. Todos lo han sido todo en el fútbol español. Eso del fútbol español debe estar tirado de fácil. Es un gran honor, lo del Mundial, ya digo, que nos hemos merecido por demócratas, como el Nobel de Aleixandre.

El mundo, que al fin ha tenido que fijarse en nosotros, como ya dejaron dicho Franco y Menéndez Pelayo, nos hace el honor para 1982, fecha orweiliana y de ciencia- ficción, fántaciencia o fantalimón, en que se supone que seremos todavía mucho más demócratas que ahora, que esto no hay quien lo pare (a lo mejor lo para Fraga) y no daremos la nota fascista en el concierto ese que decía antes de las naciones libres. Mis hermanos los cronistas insisten en que es un gran honor, una distinción, una cosa, «pero yo no concibo esa razón», como cantaba mi inolvidable Antonio Machín, porque resulta que la pelota de los mundiales la pasa directamente Videla, un centrocampista de la democracia que ha servido mucho cuero a los extremos, por decirlo con Ia prosa eficaz y científica del admirado José María García.

Luego está lo de Saporta, y perdonen la insistencia. No sé absolutamente nada de este señor ni entre los poetas míos tiene Saporta un altar, como lo tenía Manrique en la ermita machadiana, pero recojo en mentideros, cafés, escalinatas y sitios el runrún que anda de que el jefe de los mundiales tiene que ser Saporta. El que nos tiene que dejar bien ante el mundo no es Suárez, ni Oreja, ni Felipe, ni nada. Es un tal don Raimundo Saporta.

Gracias,a haber sido buenos y haber matado a Franco de muerte natural, gracias a haber hecho una Constitución con divorciadas, curas, rojos y Cela, gracias a haber puesto un tigre de papel (la prensa) en el motor del cambio, el inundo, que es libre, ancho y ajeno, nos reconoce identidad política y nos lo fía todo, aunque un poco largo: para 1982. A ver si se digna Videla, para entonces, y viene a un palco. Ché, qué esperanza.

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