Graves consecuencias de la obsesión por la productividad escolar

La obsesión por la productividad en las escuelas alemanas ocasiona angustia en los niños, que recurren a sedantes, drogas y hasta al suicidio por temor a calificaciones insuficientes. En tal sentido se manifestó el director de la clínica infantil de la Universidad alemana de Hamburgo en un estudio sobre Las amenazadoras consecuencias de la presión escolar, divulgado hace dos días en la República Federal de Alemania.Escribe el profesor Friedrich Carl Sitzmann en su estudio que de los diez millones de niños en edad escolar en Alemania se halla un 10 por cien de desequilibrados por el sist...

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La obsesión por la productividad en las escuelas alemanas ocasiona angustia en los niños, que recurren a sedantes, drogas y hasta al suicidio por temor a calificaciones insuficientes. En tal sentido se manifestó el director de la clínica infantil de la Universidad alemana de Hamburgo en un estudio sobre Las amenazadoras consecuencias de la presión escolar, divulgado hace dos días en la República Federal de Alemania.Escribe el profesor Friedrich Carl Sitzmann en su estudio que de los diez millones de niños en edad escolar en Alemania se halla un 10 por cien de desequilibrados por el sistema educativo.

Tan sólo en 1.977 se suicidaron más de quinientos niños por temor a las malas notas o por haberlas recibido. A los muchachos les preocupa por encima de todo la reacción de sus padres ante su bajo rendimiento escolar.

En opinión de Sitzmann, el error consiste en «la orientación de moda empeñada en buscar la productividad» en la enseñanza. Para algunos niños esta exigencia constante resulta insoportable.

La productividad provoca que las escuelas califiquen a sus alumnos según los conocimientos alcanzados, valorando más el rendimiento y nunca el esfuerzo. Consecuentemente, las «notas» son la única medida de calificación infantil, pero los esfuerzos de los alumnos con mayores dificultades para aprender no se ven reconocidos en las calificaciones.

Los padres alemanes están tan influidos por esta exigencia de productividad que llegan a exponer la salud de sus hijos cuando, por ejemplo, los envían a la escuela en período de convalecencia tras una enfermedad. Para ellos se trata de un riesgo justificable con tal de que sus hijos no pierdan el curso.

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