Un presidente de compromiso para eludir el "compromiso"

La elección del anciano socialista Sandro Pertini para ocupar lajefatura del Estado en Italia, parece demostrar que ni el Partido Comunista ni la Democracia Cristiana quieren dar, por ahora, el único paso que les falta para llegar al «compromiso históríco». Han hecho todo lo posible, por el contrario, por salvaguardar el frágil « arco constitucíonal», sobre el que se asienta el Gobierno monocolor del primer ministro Mario Andreotti. En ese aspecto, debe recordarse que el ya muy disminuido Partido Socialista (9% del electorado) amenazó con romper el «arco» si se elegía a un presidente no social...

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La elección del anciano socialista Sandro Pertini para ocupar lajefatura del Estado en Italia, parece demostrar que ni el Partido Comunista ni la Democracia Cristiana quieren dar, por ahora, el único paso que les falta para llegar al «compromiso históríco». Han hecho todo lo posible, por el contrario, por salvaguardar el frágil « arco constitucíonal», sobre el que se asienta el Gobierno monocolor del primer ministro Mario Andreotti. En ese aspecto, debe recordarse que el ya muy disminuido Partido Socialista (9% del electorado) amenazó con romper el «arco» si se elegía a un presidente no socialista. Se han hecho así toda clase de compromisos, incluso el de dar la presidencia a un hombre de 82 años, para eludir el gran compromiso comunista-democristiano. Como suele decir el señor Belinguer, a quien en ocasiones se le atribuyen condiciones de humorista, la «coyuntura ha derrotado a la historia».Si este ha sido el comportamiento de eurocomunistas y democristianos italianos en un momento en que el país exige decisiones trascendentes, con efectos válidos, por lo menos, hasta 1979, resulta fácil prever que los tres o cuatro grandes partidos del «arco» harán todo lo posible, y hasta lo imposible, por mantener al actual Gobierno DC, o a otro de igual color, en su sitio. La eliminación del republicano Ugo la Malfa de la terna de candidatos cuando ya Zaccagnini y, Berlinguer le habían prestado su conformidad ilustra erfectamente esa voluntad general de agarrarse a lo frágil por temor al peso excesivo de lo sólido. La Malfa representaba, además, en la cápula del Estado, el único puente ni democristiano ni comunista hac¡a el «compromiso histórico». Con él el salto sería casi inevitable. Ahí, unos y otros también han tascado el freno.

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La elección final de un socialista, después de tantas di.scusiones y votaciones fallidas, refleja, a la vez, el deseo de la DC y del PCI de compensar al señor Craxi por las heridas que ambos partidos han infligido al PS durante el secuestro de Moro. Bien es verdad que la compensación tiene su ironía, puesto que Pertini, adscrito al socialismo «históríco», forma parte de la contestación interna del PS y no vacila en criticar públicamente el pragmatismo socialdemócrata de Craxi. También es verdad que la com pensacíón de la presidencia puede hacerle perder al Partido Socialis ta, en beneficio de democristianos y comunistas, los votos que ganó sobre su nivel anterior del 9 %, en las últimas elecciones administrativas, con lo cual las aguas volverári a los cauces «coyunturales» establecidos por Berlinguer y Zaccagnini.

El hecho de que en esta elección -durante la cual Berlinguer y Zaccagnini votaron siempre en discrepancia coincidente- se haya llegado a esta conclusión muestra finalmente no Olo la fragilidad de la DC, sino también la del eurocomunismo italiano. El PCI no se siente en condiciones de asumir responsabilidides de Gobierno cuando se hacen imprescindibles medidas de contención económica y de afianzamiento del orden público. La DC concebida por Moro no dispone de fuerza suficiente para presentarles a los norteamericanos y a los alemanes un Gabinete de participación comunista. La idea del «compromiso histórico», de la que en buena medida se han alimentado el e Lirocomunismo y la Democracia Cristiana «dialogante», se ve reducida así a nada más que un proyecto para ricos, sin terroristas ni conflictos internacionales a sus espaldas. El acuerdo de salvaguardar su desacuerdo a todo trance apenas oculta el fracaso de los dos protagonistas.

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