Fracasaron los tres espadas en Carabanchel, con una corrida noble

Tres toreros, que torean poco y carecen de la técnica y del oficio mínimo imprescindible, han fracasado ante un ganado de nobleza extraordinaria. Los toros, serios eso sí, llegaron a la muleta con un temple admirable y largo recorrido, el hocico por el suelo. Barajitas, torero y empresa a la vez, José Ibáñez y Heredia Romero dejaron ir una oportunidad de oro. En toda la tarde ni un capotazo, ni un muletazo digno de tenerse en cuenta.Barajitas, muy desconfiado, citaba fuera de cacho y toreaba despegadillo sin rematarjamás. Ibáñez, algo más entonado dio algunos naturales vulgarcitos a dos toros ...

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Tres toreros, que torean poco y carecen de la técnica y del oficio mínimo imprescindible, han fracasado ante un ganado de nobleza extraordinaria. Los toros, serios eso sí, llegaron a la muleta con un temple admirable y largo recorrido, el hocico por el suelo. Barajitas, torero y empresa a la vez, José Ibáñez y Heredia Romero dejaron ir una oportunidad de oro. En toda la tarde ni un capotazo, ni un muletazo digno de tenerse en cuenta.Barajitas, muy desconfiado, citaba fuera de cacho y toreaba despegadillo sin rematarjamás. Ibáñez, algo más entonado dio algunos naturales vulgarcitos a dos toros de carril. Heredia Romero dio todo un curso de codillear, en dos trasteos faltos de quietud.

Plaza de Carabanchel

Tres toros de Frías Hermanos, los tres primeros, y tres de Enrique García: Todos bien presentados, mansos, sin fuerzas, nobles en la muleta. Barajitas: Silencio. Palmas. José Ibáñez: Vuelta. Dos avisos, palmas y pitos. Heredia Romero: Dos avisos, pitos. Algunos pitos. Se guardó un minuto de silencio por la muerte de Alipio Pérez Tabernero.

Poca historia tuvo pues el festejo, los toros de Frías y de Enrique García pedían-a voces toreros, el quinto, y sobre todo el segundo, aún estarían embistiendo. Ibáñez, que de novillero apuntaba cierta calidad, ni se enteró, ¡qué lástima!

Los «príncipes» del toreo

La escuela taurina presentó por la mañana, en la plaza de la Feria del Campo, a los príncipes del toreo. Lucio Sandin, Julián Maestro y José Cubero, Yiyo, son los tres jovencísimos becerristas que hicieron honor a dicho apelativo. Con los tendidos llenos a rebosar y la presidencia de Domingo Ortega se lidiaron tres becerros regalados por el aficionado Tomás Redondo. Los jóvenes alumnos mostraron su arte con el capote, ejecutaron variados lances, muchos de ellos olvidados en la actual tauromaquia. Sandin y Yiyo, banderillearon con gran dominio de la suerte, Yiyo asombró en un par al quiebro en los medios. Con la muleta lo mismo, variedad adecuada a las condiciones de la res y pureza en la ejecución. Adelantar la muleta, cargar la suerte, templary rematar, algo que se hace raro ver cada día y que estos aventajados alumnos hicieron para deleite de los aficionados.

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