Tribuna

La calle, protagonista de las relaciones laborales

El abandono de un paternalismo trasnochado en las relaciones laborales que el régimen anterior ejercía descaradamente, no justifica el descontrol actual, ni tampoco la sustitución de unas normas impuestas por unos acuerdos pactados que, a salvo la limitación salarial de los pactos de la Moncloa, permiten que la calle sea el protagonista de las relaciones laborales concretadas en la negociación colectiva.La conflictividad laboral que en la actualidad registra el país tiene su origen en la negociación colectiva. Su última manifestación se concretó en el medio millón de traba...

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El abandono de un paternalismo trasnochado en las relaciones laborales que el régimen anterior ejercía descaradamente, no justifica el descontrol actual, ni tampoco la sustitución de unas normas impuestas por unos acuerdos pactados que, a salvo la limitación salarial de los pactos de la Moncloa, permiten que la calle sea el protagonista de las relaciones laborales concretadas en la negociación colectiva.La conflictividad laboral que en la actualidad registra el país tiene su origen en la negociación colectiva. Su última manifestación se concretó en el medio millón de trabajadores que paró ayer en Barcelona, en apoyo de sus reivindicaciones en los respectivos convenios de la construcción, el textil, la hostelería y el metal.

Un primer escalón en la conflictividad originada por la negociación aparece en numerosas ocasiones en la calificación misma de las partes negociadoras. Pugnas hegemónicas entre sindicatos, asambleas de trabajadores y patronales retrasan en incontables ocasiones el inicio del diálogo. Los derechos sindicales -de actualidad por el debate en el Congreso del anteproyecto de ley de Acción Sindical- suponen un importante capítulo en las reivindicaciones obreras.

Mientras tanto, el vacío legislativo en esta materia se ve apenas, aliado por la mediación en vivo del Ministerio de Trabajo. Factores tan importantes en la negociación colectiva como la legitimación de las comisiones deliberadoras, plazos en la negociación o el arbitraje quedan al margen de toda regulación legal o están sujetos a normas absolutas.

La capacidad movilizadora de los sindicatos, así como la práctica dilatoria y en ocasiones inflexible dureza negociadora de algún sector del empresariado suponen un buen pretexto para que, el Gobierno acelere sus contactos con las partes implicadas y la negociación colectiva quede definitiva y claramente regulada.

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