Recital de Enrique Pérez de Guzmán

Que Enrique Pérez de Guzmán es uno de nuestros más importantes pianistas, no es ninguna novedad; no sólo lo demuestra su brillante carrera internacional, sino que lo hemos podido comprobar una y otra vez, en sus interpretaciones de obras tan importantes como el concierto en sol de Ravel o los primeros de Liszt, Brahms o Bartok.En primer lugar, una versión de ese curioso producto musical que es la transcripción de Busoni de la Chacona en re menor, de Bach, encuentro de dos estéticas absolutamente antagónicas que se unen para dar lugar a una obra coherente y bella, que fue expuesta con so...

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Que Enrique Pérez de Guzmán es uno de nuestros más importantes pianistas, no es ninguna novedad; no sólo lo demuestra su brillante carrera internacional, sino que lo hemos podido comprobar una y otra vez, en sus interpretaciones de obras tan importantes como el concierto en sol de Ravel o los primeros de Liszt, Brahms o Bartok.En primer lugar, una versión de ese curioso producto musical que es la transcripción de Busoni de la Chacona en re menor, de Bach, encuentro de dos estéticas absolutamente antagónicas que se unen para dar lugar a una obra coherente y bella, que fue expuesta con sobriedad expresiva, dentro de una visión bachiana muy de comienzos de siglo, serena y romántica, como la de Casals o la Landowska.

Después, una obra clave: El Gaspard de la nuit raveliano, tocado con excelente dominio de los recursos pianísticos y gran sentido de la medida. El Ravel de Pérez de Guzmán es claro, sereno, elegante, antes que incisivo e irónico, siempre depurado y enormemente francés. Visión muy personal de una obra que normalmente es concebida con alucinación.

Para cerrar el programa, nada menos que la Sonata en fa menor, de Brahms. Pérez de Guzmán se enfrentó a esta página dificilísima con enorme seriedad: su dominio de la obra es absoluto, tanto desde el punto de vista técnico como desde el del dominio de la forma: todo está pensado y tiene una razón de ser. Como en el resto de las obras, hizo gala de una técnica impecable, segura, potente y flexible al mismo tiempo, con sonido hermoso y rico, espléndido en el andante. El Brahms de Pérez de Guzmán es moderado, sin concesiones ni efectismos, lírico, tranquilo, abierto, capaz de pasión antes que de tensión (la sonata Op. 5 está lejos de las sombrías obras postreras). Cabría destacar el andante, tan schumaniano y tan liderístico, o la excelente preparación del finale, o el scherzo...

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