Cartas al director

Por los "PNN", contra las oposiciones

Me dirijo a usted para hacerle patente mi protesta por la línea seguida por su periódico al tratar el lamentable tema de los PNN.Aunque asiduo lector de EL PAIS, no he tenido ocasión de leer en él un análisis serio y ponderado de la cuestión; todo han sido notas de coordinadoras debidamente amputadas, contranotas ministeriales más o menos fieles y, sobre todo, una avalancha de cartas al director manteniendo invariablemente una postura contraria a una solución razonable y justa para el grupo social concreto de los profesores y del resto de la sociedad.

Parece que sus opiniones coinciden ...

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Me dirijo a usted para hacerle patente mi protesta por la línea seguida por su periódico al tratar el lamentable tema de los PNN.Aunque asiduo lector de EL PAIS, no he tenido ocasión de leer en él un análisis serio y ponderado de la cuestión; todo han sido notas de coordinadoras debidamente amputadas, contranotas ministeriales más o menos fieles y, sobre todo, una avalancha de cartas al director manteniendo invariablemente una postura contraria a una solución razonable y justa para el grupo social concreto de los profesores y del resto de la sociedad.

Parece que sus opiniones coinciden con las del Ministerio de Educación y Ciencia, que de forma descarada e inmoral, haciendo uso de una demagogia impúdica, es capaz de sacarse de la manga a los miles de licenciados en paro y otros profesores infraempleados para justificar su política educativa.

Es muy poco serio hablar de privilegiados cuando de PNN se trata, ya que con respecto al parado y al explotado, con consentimiento ministerial, puede que lo sea, pero que objetivamente no lo es. (Contrato administrativo anual, seguros sociales incompletos -sin seguro de desempleo, sin jubilación-, renovación arbitraria del contrato, etcétera.)

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Es la política ministerial de este largo período de dictadura la que ha creado el problema al dedicar cuantiosas subvenciones a la enseñanza privada, sobre todo la religiosa, creando florecientes negócios en detrimento de los intereses generales de la sociedad, y limitando a la enseñanza estatal a un aspecto meramente subsidiario. La contratación de profesores sin planificación alguna es su consecuencia lógica, al crecer la demanda educativa.

No parece justo qué unos profesores a los que ni el Ministerio de Educación y Ciencia ni sus solícitos burócratas han descalificado profesionalmente durante todo el tiempo en que han prestado sus servicios, tengan que perder su puesto de trabajo. En cuanto a la forma en que se consiguieron los contratos anuales, que tan privilegiados les parecen, habrá que distinguir un buen número de casos en los que el procedimiento no ha sido más injusto que el seguido en cualquíer otro sector y nivel profesional. El Ministerio de Educación y Ciencia ha consentido, en el peor de los casos, la injusticia.

En lo que parecen no estar de acuerdo, al menos inicialmente, es en el mantenimiento del nefasto sistema de oposiciones, aunqúe de no producirse la congelación de éstas se habrá conseguido no solucionar el problema de los licenciados en paro e infraempleados, y por supuesto tampoco mejorar el sistema educativo, ya que las oposiciones no seleccionan enseñantes de calidad, sino que, en el mejor de los casos, seleccionan licenciados con un nivel discreto de conocimientos, en modo alguno una aptitud pedagógica.

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