Un fiel delfín

Joao Batista Figueiredo, sesenta años, general de tres estrellas, próximo a ganarse la cuarta, es el «delfín» del general-presidente Ernesto Geisel. Su designación como candidato a la sucesión data, en secreto, de julio de 1977. Sin embargo, su designación pública es muy posterior. Jefe del Servicio Nacional de Informaciones (SNI), Figueiredo forma parte de una familia de militares cuyo jefe, el general Euclydes Figueiredo, dirigió el levantamiento «constitucionalista» de 1932. Si bien el nombre del «delfín» causó sorpresa entre no pocos observadores, es válido citar un par de antecedentes que...

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Joao Batista Figueiredo, sesenta años, general de tres estrellas, próximo a ganarse la cuarta, es el «delfín» del general-presidente Ernesto Geisel. Su designación como candidato a la sucesión data, en secreto, de julio de 1977. Sin embargo, su designación pública es muy posterior. Jefe del Servicio Nacional de Informaciones (SNI), Figueiredo forma parte de una familia de militares cuyo jefe, el general Euclydes Figueiredo, dirigió el levantamiento «constitucionalista» de 1932. Si bien el nombre del «delfín» causó sorpresa entre no pocos observadores, es válido citar un par de antecedentes que acreditan su dilatada carrera militar y política: intervino activamente en el movimiento de 1964 y, después, desempeñó importantes funciones políticas. Fue secretario general del Consejo Nacional de Seguridad, jefe de la Casa Militar durante el Gobierno Medici y, por último, director del SNI.Desde enero, su actividad en el Planalto se ha triplicado. Recibe a diez hombres, militares y políticos, por día. No habla con la prensa porque, según dice, un candidato a candidato no debe hacer declaraciones. ¿Será consagrado por la convención de Arena, prevista para fines de marzo próximo? No cabe ninguna duda. Es que de los cuatrocientos convencionales que habrán de reunirse ya hay 150 votos a favor de Figueiredo, sólo provenientes de la cúpula. El «delfín» no puede perder.

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¿Sus ideas? Se dice de él que es «liberal», pero, en todo caso, está plenamente identificado con Geisel. Respecto de una posible «amnistía general», Figueiredo ha dicho que no es viable. En cambio, piensa que sería más factible iniciar estudios para revisar las condenas que pesan sobre presos políticos a los cuales se aplicaron las penalidades fijadas por diversas actas de urgencia».

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