Israel acusa a la prensa egipcia de "antisemitismo"

El primer ministro de Israel, Menahem Begin, reprochó ayer al presidente Sadat haber interrumpido las negociaciones egipcio-iraelíes de Jerusalén «sin ninguna justificación», y declaró que el Gobierno israelí está dispuesto a reanudar estas negociaciones «cuando el clima político se mejore y cuando cesen los ataques ofensivos contra el honor del pueblo y del Estado judío».

El señor Begin, en un discurso apasionado, y a veces patético, pronunciado ante el Parlamento israelí, reveló que en Ismailía había llegado ya a un acuerdo con el presidente Sadat sobre una declaración de principios r...

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El primer ministro de Israel, Menahem Begin, reprochó ayer al presidente Sadat haber interrumpido las negociaciones egipcio-iraelíes de Jerusalén «sin ninguna justificación», y declaró que el Gobierno israelí está dispuesto a reanudar estas negociaciones «cuando el clima político se mejore y cuando cesen los ataques ofensivos contra el honor del pueblo y del Estado judío».

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El señor Begin, en un discurso apasionado, y a veces patético, pronunciado ante el Parlamento israelí, reveló que en Ismailía había llegado ya a un acuerdo con el presidente Sadat sobre una declaración de principios relativa a la paz y la retirada de tropas israelíes del Sinaí, basada en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU. En el texto acordado no se hablaba de la retirada israelí de «todos los territorios» ocupados en 1967, subrayó el señor Begin. Sólo el desacuerdo sobre la cuestión palestina impidió que, al día siguiente, se diese lectura de este texto « acordado entre el presidente Sadat y yo mismo», declaró el primer ministro israelí.Ese fue el único elemento nuevo en la alocución del jefe del Gobierno de Jerusalén, que se extendió largamente sobre lo que calificó de «campaña antisemita» en la prensa egipcia, después de la cumbre de Ismailía hace ahora un mes. Leyó varios extractos de diarios egipcios en los que se habla de «mentalidad de usureros» y «regateo judío » y se extrañó de que expresiones semejantes pudiesen aparecer en los principales periódicos egipcios «en plenas negociaciones».

El diputado y antiguo ministro de Defensa, Simon Peres, jefe de la oposición laborista, reaccionó también contra las «expresiones ofensivas sobre el pueblo judío, el Estado de Israel y el jefe del Gobierno israelí», aparecidas en la prensa egipcia.

Si las dos intervenciones han aportado pocas cosas nuevas desde el punto de vista político, fueron, sin embargo, significativas desde el punto de vista psicológico. En efecto, la extrema sensibilidad mostrada por los señores Begin y Peres respecto del tono de los periódicos egipcios dice mucho de la complejidad del conflicto árabe-israelí.

Las diferencias no se plantean solamente sobre problemas territoriales o sobre la cuestión palestina. El conflicto reside también en la opinión que cada antagonista tiene del otro. Si los israelíes, o más bien la mayor parte de los hombres políticos israelíes, continúan negando los derechos nacionales del pueblo palestino, su existencia nacional, los árabes, y entre el los egipcios, o mejor el portavoz de la política oficial egipcia, continúan juzgando a los israelíes y al Estado de Israel según viejos esquemas antisemitas, que parecen haber sobrevivido a todas las guerras y a todos los gestos de buena voluntad hechos recientemente por el señor Sadat.

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Mediación norteamericana

El secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, Alfred Atherton, se encuentra desde el fin de semana en Jerusalén para entrevistarse con Begin y otros dirigentes israelíes, y se espera que permanezca en esta capital varios días.

El propósito del secretario de Estado, Cyrus Vance, que regresó el sábado a Washington, es que Atherton permanezca indefinidamente en Oriente Próximo para actuar como intermediario entre egipcios e israelíes.

A su regreso, Vance expresó su confianza en que los contactos entre los dos países se reanudasen en el plazo de diez días, a pesar de las críticas mutuas vertidas durante los últimos días en El Cairo y Jerusalén. En el caso de que esas conversaciones no se pudieran celebrar directamente, tendrían lugar por intermedio de Alfred Atherton.

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