Crítica:MUSICA

Kahan, León Ara y la Sinfónica de RTVE

Para confirmar los antiguos vínculos existentes entre la escuela belga de violín y España, ahí está Agustín León Ara. Fue a Bruselas para estudiar con Gertler y se quedó allí como profesor del Conservatorio (sección francesa). El violinista canario se produce con esa suerte de cortesía del estilo que es la elegancia y desde ella nos hace olvidar las dificultades de una partitura como el segundo concierto de Prokofiev cuya primera mundial tuvo lugar en Madrid, poco antes de la guerra civil,bajo la dirección de otro violinista y director hispano-belga: Enrique Arbós. Tocó la parte solista...

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Para confirmar los antiguos vínculos existentes entre la escuela belga de violín y España, ahí está Agustín León Ara. Fue a Bruselas para estudiar con Gertler y se quedó allí como profesor del Conservatorio (sección francesa). El violinista canario se produce con esa suerte de cortesía del estilo que es la elegancia y desde ella nos hace olvidar las dificultades de una partitura como el segundo concierto de Prokofiev cuya primera mundial tuvo lugar en Madrid, poco antes de la guerra civil,bajo la dirección de otro violinista y director hispano-belga: Enrique Arbós. Tocó la parte solista Roberto Soetens y asistió al estreno Sergio Prokofiev, al que Arbós cedió la batuta para dirigir su Sinfonía clásica-. Con León Ara estamos siempre en presencia de lo musical; su virtuosismo no tiene otra razón de ser que la de hacer música en el sentido más hondo,del término. Lo que se evidenció, una vez más, y supuso para nuestro compatriota un triunfo abierto.Se había pedido al director invitado, el mexicano Alejandro Kahan, la inclusión en programa de Don Quijote, de Roberto Gerhard, y tuvo la consideración de llevarlo de memoria y con claro entendimiento. Son pentagramas fascinantes por sí mismos y por cuanto ejemplifican lo que podríamos denominar complejo Gerhdrd: la posibilidad de sentirse discípulo, sin negar a nadie, de Felipe Pedrell y de Arnold Schóriberg. Un tema popular -de Vic- sirve al compositor para «abstraer» una serie que por supuesto funciona tonalmente. No hay nacionalismo de vía estrecha e incluso, si así puede denominársele, se trata de un nacionalismo fuera de tendencia. La orquesta, de gran plasticidad, deja asomar tan sólo algunos aires de origen popular -como las seguidillas-, pero su misión es principalmente plástica y gestual. No en vano, la suite procede del ballet escrito por Gerhard en 1950 para la Real Opera de Londres. Ante esta y otras partituras -especialmente las más avanzadas- pienso que el exilio de Gerhard (desde 193 8 hasta su muerte en 1970) ha sido concreto y grave mal para la evolución de nuestra música. El habría sido el maestro capaz de cruzar un puente, cuyas dos bases poseía: Pedrell-Falla, de un lado, y la escuela de Viena, de otro.Kahan -que llevó con dificultad el acompanamiento de Prokofiev mostró buena musicalidad en la obra de Gerhard y en la cuarta sinfonía.de Schumann que llenaba la segunda parte. Es maestro que dice algo y posee el don de una afectiva, comunicatividad. Los profesores radio televisivos colaboraron eficazmente, por atención y flexibilidad de respuesta, al mejor fin del concierto.

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