El diálogo entre el Gobierno portugués y la oposición, en su momento clave

La negociación entre el Gobierno Soares y los partidos de oposición entra en su fase decisiva. Uno y otros multiplican las declaraciones, pero, para los observadores imparciales, si la situación es delicada para el Gobierno minoritario del PS, no lo es menos para los partidos políticos situados a su derecha, que han elegido el camino de una política económica que los sitúa en contradicción con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los consejeros de la CEE.El Portugal de Mario Soares es un país cuya orientación política no suscita más dolores de cabeza a los aliados occidentales.

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La negociación entre el Gobierno Soares y los partidos de oposición entra en su fase decisiva. Uno y otros multiplican las declaraciones, pero, para los observadores imparciales, si la situación es delicada para el Gobierno minoritario del PS, no lo es menos para los partidos políticos situados a su derecha, que han elegido el camino de una política económica que los sitúa en contradicción con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los consejeros de la CEE.El Portugal de Mario Soares es un país cuya orientación política no suscita más dolores de cabeza a los aliados occidentales.

Estos le aconsejan ahora de poner orden en su situación financiera y han confiado al FMI la misión de convencer al Gobierno portugués. Las negociaciones con el Fondo, interrumpidas hace diez días, deben reanudarse el 5 de diciembre, y en este plazo, Mario Soares tiene que ganar su programa de austeridad, si no la aprobación, al menos el consentimiento de los partidos.

La exigencia del FMI de un crecimiento reducido a cuatro o 5% para el próximo año es aceptada por el equipo económico del Gobierno socialista, pero rechazada con energía por el PSD y el CDS. Los consejeros de la CEE, al decidir, la pasada semana, que los países que ostentan fuerte porcentaje de inflación y un, desequilibrio acentuado de sus balanzas de pago sobre el exterior (Grecia, España, Portugal y Turquía) deben quedar excluidos de los planes desarrollistas de la Comunidad, han dado el último golpe a las esperanzas de la clase empresarial portuguesa, y los partidos que la representan (PSI) y CDS) de encontrar apoyos extremos a su lucha contra la política económica del Gobierno Soares.

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