Crítica:LOS CONCIERTOS DEL REAL

Esta noche, "Manfredo", sinfonía de Tschaikowsky

La Sinfánica de RTVE, bajo la dirección de Enrique García Asensio, interpreta hoy la sinfonía Manfredo, de Tschaikowsky, obra que rara vez aparece en nuestros programas. Sin embargo, se trata de una de las mejores y más características composiciones del autor de la Patética, cuya música encierra casi siempre valores dramáticos y narrativos, sicológicos y descriptivos; connotaciones literarias, en suma, como lo demuestran las musicalizaciones sobre Shakespeare (Romeo y Julieta, Hamlet), Dante (Fran cesca de Rímini) -o Byron (Man fredo).

Si Tschaikowsky ...

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La Sinfánica de RTVE, bajo la dirección de Enrique García Asensio, interpreta hoy la sinfonía Manfredo, de Tschaikowsky, obra que rara vez aparece en nuestros programas. Sin embargo, se trata de una de las mejores y más características composiciones del autor de la Patética, cuya música encierra casi siempre valores dramáticos y narrativos, sicológicos y descriptivos; connotaciones literarias, en suma, como lo demuestran las musicalizaciones sobre Shakespeare (Romeo y Julieta, Hamlet), Dante (Fran cesca de Rímini) -o Byron (Man fredo).

Si Tschaikowsky no amaba demasiado la obra de lord Byron, tampoco fue difícil acceder a la sugerencia de su amigo y compatriota Balakirev de que abordase Manfredo. En el poema están vivos los principales tópicos del romanticismo, incluido un afán autobiográfico que llevará a Eugenio d'Ors a su afirmación: «Habría que reñir a Byron porque ni un solo momento deja de estar presente tanto en su vida como en su obra.» Autoblografismo que practica Tschaikowsky y que, en parte, impulsa la pasión de unos pentagramas capaces de trasladar a la orquesta un largo repertorio de sentimientos en. cuadrados en una determinada concepción de la Naturaleza

Terminado en 1885, cuando Tschaikowsky ha escrito su cuarta sinfonÍa, Manfredo se es trena en Moscú al año siguiente, bajo la dirección de Erdmanndórfer. El autor ve com pensado el esfuerzo indecible que le había costado llevar a cabo su obra con un éxito sin gular. Quizá por la unión de los dos factores -esfuerzo y triunfo-, Tschaikowsky consideró, durante algún tiempo, su sinfonía Manfredo como una de sus consecuciones más acabadas y, por emplear el término al uso, de mayor profundidad. Aunque luego cambió de opinión y, salvo el primer movi miento, se le antojaba una partitura hasta odiosa y repugnante, el tiempo ha dado la razón a los primeros juicios autocríticos.

A lo largo de cuatro amplios cuadros, el músico ruso expresa, con mayor deseo introspectivo que descriptivo, las impresiones que la lectura de Manfredo le causarán en sus momentos decisivos: Manfredo en los Alpes, aparición del Hada AÍpina, pastoral que describe la vida libre, pacífica y simple de los habitantes de las montañas y, en fin, escena en el palacio subterráneo, con la aparición de la mujer amada y destruida para profetizar la muerte del héroe.

Los antecedentes de Berlioz en la Fantástica y Haroldo en Italia están Claros, al menos como punto de partida.

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