Crítica:

Recital de la "Nueva Trova Cubana" en Madrid

La presentación de la Nueva Trova Cubana convocó el pasado viernes en el Pabellón de Deportes del Real Madrid a unas 5.000 personas que todavía recordaban las actuaciones de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Sara González y del resto de los artistas que el año pasado trajeron a España una muestra de la canción cubana que surgió de la Revolución del 59.La Nueva Trova retorna la canción tradicional reformándola, adaptándola a las nuevas circunstancias del pueblo cubano. Este concierto del viernes fue la presencia más completa del movimiento que hemos tenido ocasión de escuchar en nu...

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La presentación de la Nueva Trova Cubana convocó el pasado viernes en el Pabellón de Deportes del Real Madrid a unas 5.000 personas que todavía recordaban las actuaciones de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Sara González y del resto de los artistas que el año pasado trajeron a España una muestra de la canción cubana que surgió de la Revolución del 59.La Nueva Trova retorna la canción tradicional reformándola, adaptándola a las nuevas circunstancias del pueblo cubano. Este concierto del viernes fue la presencia más completa del movimiento que hemos tenido ocasión de escuchar en nuestro país.

Los primeros en pisar el escenario fueron Manguaré. Grupo que presenta todavía algunas lagunas en su trabajo, fallos que también pueden ser achacados a la catastrófica sonorización del recinto.

Augusto Blanca, que salió a continuación, era tal vez el menos conocidos de todos y sus canciones, de corte intimista, volvieron a chocar con el sonido, hasta el punto de no entenderse prácticamente ninguna de sus letras. En todo caso, el ambiente (por esta vez respirable) del Pabellón comenzó a caldearse más explícitamente con Miriam Ramos y sobre todo con Silvio Rodríguez, que en su corta actuación dio una lección de lo que es la sensibilidad poética y musical elevada a los terrenos de la canción Popular. El Noel Nicola, que cantó de forma casi exclusiva canciones de amor (o de Amor con mayúscula) fueron los grandes protagonistas de una noche que, asimismo contempló a Amaury y Pérez y al grupo de experimentación Sonora del lcaic con Pablo Milanés y Sara González.

El concierto transcurrió desde las diez de la noche hasta las dos de la madrugada y es significativo que después de cuatro horas nadie se hubiera movido del sitio más que para estirar las piernas (los organizadores, a juzgar por la separación entre las filas de sillas deben pensar que el público español tiene una talla media cercana al metro cincuenta). Sorprendentemente no aparecieron más banderas que una puertorriqueña, y el éxito de la Nueva Trova se basó más en el valor musical de su trabajo que en unos panfletos que nunca llegaron a pronunciarse.

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