Nunca hubo tan malos banderilleros

Paquirri y Alcalde, esos figuras, cometieron ayer la descortesía de cederse banderillas mientras Pepe Pastrana, un modesto, se quedaba de mirón y un tantico desairado. Ocurre que Pastrana no es banderillero, pero Paquirri y Alcalde tampoco. Pues así como hemos dicho tantas veces que pegar pases no siempre es torear, clavarle al toro arponcillos sujetos a un palo no siempre es banderillear. Paquirri y Alcalde, esos figuras, clavan los arponcillos, pero no banderillean.Se las saben todas, ahí sí, en el pintoresco oficio de calentar el tercio, Primero se hacen los suecos, mientras el público les ...

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Paquirri y Alcalde, esos figuras, cometieron ayer la descortesía de cederse banderillas mientras Pepe Pastrana, un modesto, se quedaba de mirón y un tantico desairado. Ocurre que Pastrana no es banderillero, pero Paquirri y Alcalde tampoco. Pues así como hemos dicho tantas veces que pegar pases no siempre es torear, clavarle al toro arponcillos sujetos a un palo no siempre es banderillear. Paquirri y Alcalde, esos figuras, clavan los arponcillos, pero no banderillean.Se las saben todas, ahí sí, en el pintoresco oficio de calentar el tercio, Primero se hacen los suecos, mientras el público les pide que banderilleen, y dejan qué parezca que sus peones van a hacerlo sin remisión. Y cuando el subalterno' cita al toro, les ordenan retirarse con un gesto displicente, apenas sugerido. Aclama entonces el público.

Plaza de Guadalajara

Primera de feria. Cinco toros de Mayalde, desiguales de presencia, tocados de pitones, flojos y mansos. Y un sobrero (sexto) de Martín Marcos, con trapío y manejable.Paquirri: pinchazo, bajonazo perdiendo la muleta y rueda de peones (pitos). Estocada desprendida (dos orejas). Paco Alcalde: pinchazo hondo, rueda de peones en varios tiempos y descabello (oreja con algunas protestas). Pinchazo bajo a paso de banderillas y dos descabellos (silencio). Pepe Pastrana: cinco pinchazos, estocada caída y descabello (silencio). Estocada caída (oreja).

Cogen los palos, que nunca son reglamentarios. Piden un permiso innecesario al presidente; lo piden al público; brindan, rebrindan y vuelven a ' brindar; se ceden los palos, si va por ahí la cosa; sonríen; la sonrisa es urbi et orbe y el par que vendrá, también. Ahora son las carreras. Zigzaguean por la arena, y no se sabe, pero se imagina que van haciendo, «¡run, run, run, ruuun!», y asi es la suerte del avión.

El toro ha de estar colocado que no veas, Y si se mueve un pelín adelante o atrás, a izquierda o a derecha, otra vez el gesto displicente, apenas sugerido, para que el peón lo aparque en zona azul, pegadito al bordillo. Y ya está: un cuarteo, hacia el de los cuernos, se le deja pasar y se le arrean los garapullazos donde caigan. La salida no es nunca como está mandado; es decir, apoyándose en los palos y, al paso, sino al galope del rescatao.

Y tal cosa es banderillear, en versión Paquirri y Alcalde, esos figuras, no importa que lo hagan en Salamanca, en Valladolid, en Talavera o en Madrid.

Ayer, en Guadalajara., también, por supuesto, donde tuvimos que soportar dos tercios en los que alternaron a ver cuál lo hacía peor y dos en que solitos se bastaron para demostrar que en toda la, historia del toreo no ha habido matadores- banderilleros tan malos. Y la verdad es que el público, después de años y años de contemplar la misma mise en scene, empieza ya a no aguantarles. La gente, sin necesidad de ser experta en la materia, ya está harta de ver cómo hacen las reuniones a cabeza pasada, cómo quedan los rehiletes traseros o en un costado del toro (en su sitio rara vez, y ni una ayer, donde, en cambio, sí hubo tina banderilla colgada en una paletilla, obra de Alcalde); cómo un palo va a parar a la arena, cuando no son los dos...

Pastrana, el modesto, se quedó de mirón, como decíamos, desairado por sus malos compañeros, pero en el fondo fue afortunado, pues no hizo el ridículo. Y además, intentó el toreo, con el toro-toro de la corrida, que precisamente fue el sobrero. Le faltó temple a su larga y voluntariosa faena, pero cuajó tres sensacionales pases de pecho con la izquierda. El único toreo de la tarde estuvo en esos pases de pecho. Porque Paquirri aliñó a un toro que reculaba y se frenaba, y a otro que embestía boyante le dio los derechazos y naturales, quieras que no, de siempre, hasta mil, sin que ninguno alcanzara un mediano nivel de calidad. Y Alcalde, que tardó una barbaridad en confiarse u n poco con su primero, acertó a sacarle un par de tandas de naturales y derechazos (cortas y malas), mientras que no tuvo recursos para meter en la muleta al huido quinto. El tercero de la tarde buscaba tablas y topaba, y, Pastrana le porfió con valor, que bastante es. Todo lo cual les vale, al modesto para seguir siendo modesto y a los figuras para vestirse de luces todos los días y atormentarnos con la hora tonta de las banderillas. Los monopolios tienen montada la fiesta así.

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