Las Ventas: corrida del Montepío

La mayor ovación para un subalterno

Preciosa estampa de los toros de Prieto de la Cal, variados de capa desde el primero, un jabonero claro, lustroso, hasta el último, un jabonero sucio, escurrido de carnes, con dos aparatosas velas. El segundo, otro jabonero claro; tercero y quinto, coloraos, apretados de carnes, provocaron de salida un ¡oh! admirativo. El cuarto, negro bragao y meano, serio, hondo y armado en veleto. Tan variados como en cuanto a lámina, fueron en cuanto ajuego: los hubo magníficos con el caballo, como el primero, que metió los fiñones en una vara larguísima, o el tercero, que tomó tres con gran estilo y salió...

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Preciosa estampa de los toros de Prieto de la Cal, variados de capa desde el primero, un jabonero claro, lustroso, hasta el último, un jabonero sucio, escurrido de carnes, con dos aparatosas velas. El segundo, otro jabonero claro; tercero y quinto, coloraos, apretados de carnes, provocaron de salida un ¡oh! admirativo. El cuarto, negro bragao y meano, serio, hondo y armado en veleto. Tan variados como en cuanto a lámina, fueron en cuanto ajuego: los hubo magníficos con el caballo, como el primero, que metió los fiñones en una vara larguísima, o el tercero, que tomó tres con gran estilo y salió suelto de la tercera porque nadie acudió al quite. Mansurrones; el segundo, berreón; el cuarto, reservón, y el quinto, abanto de salida, se fue suelto de tres encuentros con el de a caballo.El Inclusero fue desarmado con el capote por el primero de la tarde y ahí perdió los papeles. Dejó que destrozaran en varas al animal, y éste. llegó a la muleta con las fuerzas muy justas y corto de arrancada, pero noble. El Inclusero no se acopló con él por ninguno de los dos pitones y se perdió la faena en pases de tanteo. El cuarto, de gran trapío, reservón, llegó peligroso a la muleta. El Inclusero, a la deriva, no se pudo hacer con él y lo peor fue que no supo disimular su desconfianza. El segundo de la tarde, con poca fuerza de salida, se quedaba en la muleta a mitad de viaje. Fabra no supo alargar la corta embestida. El mansoquinto llegó a la muleta sin dificultades, Fabra se dobló bien con él, hubo un doblón, recio, de mucho mando, el toro perdió ahí toda aspereza. Pero Fabra no se acopló con él, fue desarmado dos veces. El pundonoroso torero valenciano, después de muchos años de dura, entrega, ha perdido el sitio y las ilusiones.

Plaza de Las Ventas

Corrida del Montepío de Toreros. Toros de Prieto de la Cal: bien presentados, preciosos, variados de capa y desiguales de juego. Con poca fuerza, primero, segundo y sexto.El Inclusero: Pitos. Bronca. Ricardo de Fabra: Silencio. Pitos. Gregorio Lalanda: Bronca. Pitos. Eliseo Capilla clavó dos buenos pares al segundo ydos discretos al quinto.

Lalanda no pudo con el tercero, el toro de más casta de la tarde. Sin recursos, estuvo a la deriva; el bravo animal fue el dueño absoluto de la situación. Al sexto también le fallaron las fuerzas, Lalanda quiso, pero no pudo. Templaba con la derecha, pero remataba a media altura. Tenía así que corregir de nuevo la posición y faltaba ligazón. Luego, ahogado, recurrió a pases cortos por la cara y mató a pellizcos. El domingo todos mataron a pellizcos. Capilla y Honrubia, los dos extraordinarios subalternos, no estuvieron a la altura de otras veces. Honrubia se mostró un tanto inseguro y clavó pasado. Capilla colocó al segundo un gran par de dentro afuera, muy templado. Llegó a la cara del toro, levantó los brazos, clavé arriba y salió andando. No estuvo a su altura, pero Lalanda banderilleó al sexto aseadito y no dijo nada, y Capilla tuvo que saludar desmonterado, ¡la personalidad!

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