Cartas al director

Los militares de la República

Al hacerse cargo el rey Juan Carlos de la Corona de España, en todos sus mensajes al país quedó marcado su deseo de conducirlo a la democracia y que todos los españoles eran iguales ante la ley, esto causó viva impresión y simpatía en todo el país, abriendo a esperanza a nuevos horizontes. Hombres ilustres y de personalidad intachable, como don Ricardo de la Cierva, Satrústegui, Ruiz-Giménez y varios más, interpretando el deseo de la inmensa mayoría de la nación de liquidar de una vez para siempre la guerra civil, que pedían. una amplia amnistía por la prensa y la tribuna, se ocuparon del cas...

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Al hacerse cargo el rey Juan Carlos de la Corona de España, en todos sus mensajes al país quedó marcado su deseo de conducirlo a la democracia y que todos los españoles eran iguales ante la ley, esto causó viva impresión y simpatía en todo el país, abriendo a esperanza a nuevos horizontes. Hombres ilustres y de personalidad intachable, como don Ricardo de la Cierva, Satrústegui, Ruiz-Giménez y varios más, interpretando el deseo de la inmensa mayoría de la nación de liquidar de una vez para siempre la guerra civil, que pedían. una amplia amnistía por la prensa y la tribuna, se ocuparon del caso de los militares profesionales separados del servicio, pidiendo su reincorporación y jubilación con el grado que les correspondiese. Posteriormente, con motivo de la celebración de las fiestas de Santiago Apóstol, en la catedral de Santiago, la más alta autoridad de la Iglesia española pidió al Rey una amplia amnistía y que ésta fuera la más amplia y generosa que se pudiera conceder. El Rey, ante este clamor unánime, declaró la amnistía; para la aplicación de la misma, todos los ministerios y dependencias del Estado la llevaron a efecto; reincorporando a todos los funcionarios a sus respectivos escalafones, quedando jubilados con el empleo que les correspondía al cumplir su edad de jubilación. Este proceso duró un mes, quedando todo resuelto.En el caso de los militares profesionales, el ministro de la Guerra, señor Alvarez Arenas, de cuya inteligencia y competencia no dudamos, en declaraciones públicas dijo que el caso de los militares era especial; la, razón que adujo es que, al aplicarnos ampliamente la amnístía a los militares tendría que reincorporar a todos al Ejército actual, cosa que no podía ser. Al ministro se le pasó, cosa que no tiene nada de particular, dado que no conocía a la inmensa mayoría de estos militares, que estábamos en el Ejército años antes que él y en la actualidad el más joven de todos está bordeando los setenta años, que de haber continuado en el Ejército hace años estaríamos en la reserva.

Con motivo de lo expuesto se dictaron las normas para la aplicación de la amnistía, normas cuyo trámite burocrático, de por si largo, dado los millares de expedientes, hacía más largo el proceso, teniendo que pasar por una revisión del Cuerpo Jurídico Militar todas las sentencias que fueron dictadas al final de la guerra; la lentitud es tal que. más del 90%, a esta fecha, todavía está esperando los beneficios de esta amnistía. Cuando el expediente con el visto bueno llega al Tribunal Supremo para que éste fije grado y honorarios que le corresponde cobrar, éste fija el del empleo que tenía en el año 1936, no teniendo en cuenta los años de la guerra civil, olvidando que en marzo de 1939 (fin de la guerra) se nos reincorporó a todos al Ejército, en los empleos que teníamos en el año 1936, en calidad de militares procesados, percibiendo los honorarios correspondientes, hasta que las sentencias dictadas. por los consejos de guerra fueron firmes.

Dada la injusticia y anomalía que se cometía con nosotros en relación con los demás empleados del Estado en iguales circunstancias a las nuestras, y con objeto de defender nuestros derechos, y más en un Estado democrático, fue cuando se planteó la constitución de esta asociación y los hechos ocurridos y conocidos.

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No nos queda más que referirle los últimos acontecimientos ocurridos con motivo del oficio recibido del gobernador, en el que nos prohíbe la reunión anunciada, dado que muchos de nuestros compañeros no sabían esta prohibición se acordó que los promotores de la asociación fueran a la hora indicada al local del PSOE, que gentilmente no había cedido este partido, con el oficio del gobernador prohibiendo el acto, razón por la que no se podía celebrar; en efecto, a la hora indicada llegaron una cantidad,de compañeros, que ingoraban la supresión, ya que muchos habían viajado de provincias para esta reunión, estando en el portal de dicho partido con ellos, mostrándoles el oficio, causa por la que no se celebraba la reunión, se presentó un inspector de policía acomparía do de dos agentes y en la calle dos camionetas de guardias uniformados al mando de un oficial, que tomaron la calle; el inspector, muy correcto nos manifestó que tenía orden del gobernador de suspender el acto de reunión; se le informó que nosotros acatábamos la orden y que lo único que se estaba haciendo era ir informando a los compañeros la causa de esta suspensión, mostrándoles el oficio recibido y que estaríamos un rato hasta que llegaran los últimos. Este despliegue de la fuerza pública por orden del gobernador, celoso de que no se alterara la paz pública, fue un espectáculo de lo Más lamentable que se puede dar, ya que toda la barriada se aglomeró para ver qué es lo que pasaba; se puede imaginar los comentarios, una casa del Partido Socialista cercada por la fuerza del orden público para evitar la reunión,de ancianos, que el objeto de su reunión era la asociación en defensa de sus intereses; el asunto no puede ser más vejatorio e impropio, que esto ocurra en un país civilizado y más un país que está presumiendo ante el mundo, que se ha iniciado una democracia. Estos lamentables su cesos han provocado en todos nosotros una justa -indignación y creemos que por nuestra conducta nos merecemos el respeto debido.

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