Crítica:LOS CONCIERTOS DEL REAL

La lección interpretativa de Isaac Stern

Continúa el desfile de grandes. La Orquesta Nacional nos trajo, en su último concierto, la presencia de lsaac Stern, cuyas calidades musicales nos hacen olvidar, incluso, la perfección de una técnica irreprochable. Siempre que por técnica entendamos la mecánica pues me parece que el concepto debe englobar una más larga escala de valores, desde la interiorización del intérprete en el contenido de las obras, hasta la seguridad de concepto a la hora de cantar una melodía. Stern, como Fürtwaengler en la dirección, domina el secreto de la interpretación y muy particularm...

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Continúa el desfile de grandes. La Orquesta Nacional nos trajo, en su último concierto, la presencia de lsaac Stern, cuyas calidades musicales nos hacen olvidar, incluso, la perfección de una técnica irreprochable. Siempre que por técnica entendamos la mecánica pues me parece que el concepto debe englobar una más larga escala de valores, desde la interiorización del intérprete en el contenido de las obras, hasta la seguridad de concepto a la hora de cantar una melodía. Stern, como Fürtwaengler en la dirección, domina el secreto de la interpretación y muy particularmente el de hacer fluir la música a través de bien cantadas melodías. Estas pueden ser tan diferentes como de hecho se presentan en Mozart y Prokofiev,pero el intérprete tiene para cada una su actitud y sabe arrancar, en cada caso, el particular secreto. Prokofiev -ya es sabido- fue, frente a Strawinsky, un autor inspirado, un inventor de bellas melodías que se impostan en climas armónico-instrumentales tan idóneos, que no sabemos si el ambiente nace de la línea melódica o si ésta se desprende del contexto sinfónico como natural emanación. Es el caso que, entre los grandes, acaso no exista en este momento un mundo expresivo tan depurado y afectivo como el del violón de Isaac Stern.Sus versiones se imponen con esaconvicción especial que les otorga carácter de autenticidad, de única verdad.La música que interpreta Stern nos da la sensación de que puede ser sólo así y no de otro modo. Lección alta la del adagio mozartiano, cumbre de toda perfección interpretativa, porque junta fidefidad e imaginación, porque lleva lo expresivo hasta los límites justos del estilo mozartiano, porque actúa sobre nosotros desde la misma creación de un peculiar mundo sonoro. Lo que podría repetirse al hablar del primero y último tiempo. Referencias hechas a título de orientación, pues en verdad cuanto hizo el gran violinista se eleva a regiones tan elevadas como personales. No personales como fruto de arbitrariedad, sino como lo es la auténtica elegancia: un ceñirse a unas normas nue establece el propio intérprete y las impone como tales. Música bien explicada y clarificada la que hace Stern, cada una decuyas actuaciones nos hace desear la siguiente.La colaboración prestada por André Vandernot fue excelente, pues supo situar a la Nacional en línea con el mensaje del solista, con su sentir y su com unicar. Antes, el maestro belga, puso en pie una refinada traducción de la sinfonía de «la Reina», de Haydn, para lo que convirtió a un grupo de profesores de la ONE en considerable orquesta barroca. La Sinfonía número uno, de Dimitri Shostakovitch cerraba el programa, con buen éxito, según todos los informes. El crítico tuvo que salir, después del primer concierto de Prokofiev, para llegar a tiempo de presenciar la representación de Cosi fan tutte, en Ia Zarzuela.

Teatro Real

Orquesta NacionaL Dr.: Vandernoot. Violinista: Isaac Stern. Obras de Haydn Mozart, Prokofiev y Shostakovitch 15, 16y 17 de abril

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