Tribuna:TRIBUNA LIBRE DE LA EDUCACION

Por un congreso constituyente de la Universidad

NICOLAS MARIA LOPEZ CALERA

Está claro que el Ministerio de Educación y Ciencia se sigue mostrando impotente para resolver -entre otros- los grandes problemas de la Universidad . En mayor o menor medida, los últimos tres ministros (Villar, Rodríguez y Esteruelas) han fracasado, y el actual (Menéndez) lleva camino de lo mismo. Salvo Villar, que intentó una reforma total del sistema educativo con los pies en la Luna y las manos acariciando toda suerte de contradicciones, la realidad es que todos, al final, han reducido su trabajo político a salir dé los compromisos inmediatos como Dios les ha dado a entender o ellos han im...

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Está claro que el Ministerio de Educación y Ciencia se sigue mostrando impotente para resolver -entre otros- los grandes problemas de la Universidad . En mayor o menor medida, los últimos tres ministros (Villar, Rodríguez y Esteruelas) han fracasado, y el actual (Menéndez) lleva camino de lo mismo. Salvo Villar, que intentó una reforma total del sistema educativo con los pies en la Luna y las manos acariciando toda suerte de contradicciones, la realidad es que todos, al final, han reducido su trabajo político a salir dé los compromisos inmediatos como Dios les ha dado a entender o ellos han imaginado que les daba a entender.El reciente anuncio de un próximo estatuto del profesorado para la Universidad me hace reflexionar sobre esos fracasos. La política que se Sigue haciendo es la misma: política del parche y política desde arriba. Y no es eso lo que necesita y exige la Universidad. Lo que la Universidad necesita es que la dejen arreglar sus problemas, revolucionarse desde sí misma con libertad y autonomía. Todo lo que no sea eso será aplazar la solución de sus problemas y, desde luego, radicalizarlos.

Catedrático de Filosofía, del Derecho

Universiada de Granada

En este sentido, lo que quiero mantener aquí es simplemente lo siguiente: la necesidad y la urgencia de convocar un congreso constituyente de la Universidad española, en el que participen paritariamente todos sus estamentos, a fin de acordar y pactar las bases generales de una nueva Universidad, a partir de las cuales se establezcan y desarrollen unas normativas más particulares a nivel de cada Universidad y de cada estamento en respeto de su indeclinable autonomía. Cualquier política universitaria hoy que no sea esto no será sino seguir tocando el violín para sordos, no será sino un agravar las heridas, las frustraciones y las desesperanzas.

La necesidad de un congreso de esta índole no debería justificarse por evidente. Sin embargo, como veo que se sigue reincidiendo en una política de parches y en una política autoritaria, considero indispensable. manifestar públicamente la necesidad de este congreso para ir conformando una opinión que presione y active los movimientos de base necesarios y suficientes para conseguir ese objetivo.

La necesidad de un congreso constituyente puede justificarse, entre otros motivos, no sólo por una cuestión de principio, sino también por la ineficacia de esa política de parches y de esa política antidemocrática hasta ahora vigente. La Universidad no se arregla tapando huecos e imponiéndole decretos. Es una gravísima y lamentable torpeza creer que los actuales problemas universitarios pueden arreglarse desde arriba con la ayuda -en el mejor de los casos- de prudentes solicitudes de información y opinión a centros u órganos de gobierno. No se puede tratar a la Universidad como propiedad privada, que se maneja por unas cuantas docenas de autoridades académicas con arreglo a su leal saber y entender. Por ese camino no se va a ningún lado, y los hechos lo demuestran. Una política universitaria de este tipo, además de antidemocrática e ineficaz, es de una ingenuidad que raya, panadójicamente, en el drama. Porque hay que ser muy ingenuos -pensando bien- para creer que se puede gobernar hoy la Universidad sin tener en cuenta sus bases, sus estamentos, que son la clase profesional más crítica, autocrítica, progresiva y radicalizada de casi todas las que pueblan este país. Creer que se puede gobernar y ordenar la Universidad a base de decretos y órdenes ministeriales llovidas desde el Olimpo de la calle de Alcalá es, por decir algo suave, una torpeza política que el país no debe consentir por más tiempo, porque, entre otras cosas, se están perdiendo en el camino miles de millones de pesetas, se están frustrando miles de españoles y se está negando a la sociedad lo que le pertenece y exige. No somos los universitarios españoles ni mejores ni peores que nadie, pero continuamente se nos está echando en cara por algunos sectores nuestra falta de responsabilidad en el trabajo, nuestras huelgas, nuestras asambleas, nuestras vacaciones. Y, sin embargo, los males profundos no se descubren. La crisis universitaria actual es fruto, entre otras cosas, de que no hay una política universitaria realista por demócrática. Las leyes actuales sobre la Universidad o no se cumplen o se cumplen a golpe de trompeta o de cañón. Esperar que la Universidad funcione así resulta inverosímil.

Ahora bien, los males de la Universidad no se arreglarán sin que paralelamente no se arreglen también los males de nuestro sistema político. Pero, puestos ya a la tarea de la reforma o de la ruptura política, sería muy ciego que los universitarios no demandáramos y exigiéramos al mismo tiempo nuestras Cortes universitarias constituyentes que pongan fin a cuarenta años de postración. Dentro de este contexto de soluciones sociales y políticas de todo el sistema, la Universidad debe tener su hueco, y un congreso constituyente resulta evidentemente necesario. Hace falta el encuentro directo y auténticamente representativo, el diálogo fuerte, sincero y constructivo de todos los estamentos. Los universitarios estamos cansados, y muy cansados, de que se nos lleve de aquí para allá, asustados de pensar cuál va a ser el próximo ministro, que siempre parece que hace bueno al anterior. Lo que necesita y lo que quiere la Universidad hoy sólo lo puede saber, decir y decidir ella misma, esto es, sus profesores numerarios, sus profesores no numerarios, sus estudiantes, su personal no docente. Sin el camino de soluciones auténticamente democráticas, la Universidad seguirá encerrada en un callejón sin salida.

Por todo ello, y por mucho más que podría decirse en ese sentimiento

Por todo ello, y por mucho mas que podría decirse en este sentido, pido públicamente al Gobierno y concretamente al Ministerio de Educación y Ciencia que oriente su política hacia la convocatoria urgente del modo más democrático posible de un congreso constituyente para la Universidad española, y emplazo a todos los universitarios a un trabajo de conquista de esta convocatoria.

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