Rey de todos los españoles

«Tenía que ser en Roma, ciudad abierta. El encuentro del joven Soberano y del poeta en el exilio, en pos de un mismo ideal de paz y conciliación, tuvo acento renacentista. Un Rey, nacido en la propia Roma, en el destierro; un poeta, con ansias de volver a su tierra que, ya lejanos otros tiempos, ha sabido cantar con versos henchidos de amor, sueños, lágrimas y risas.Frente a don Juan Carlos, Rafael Alberti que, como buen español, como buen andaluz, es hombre que no se doblega, que también lleva un rey en el cuerpo, pero que intuitivamente se siente unido al Monarca por una misma pasión: la de ...

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«Tenía que ser en Roma, ciudad abierta. El encuentro del joven Soberano y del poeta en el exilio, en pos de un mismo ideal de paz y conciliación, tuvo acento renacentista. Un Rey, nacido en la propia Roma, en el destierro; un poeta, con ansias de volver a su tierra que, ya lejanos otros tiempos, ha sabido cantar con versos henchidos de amor, sueños, lágrimas y risas.Frente a don Juan Carlos, Rafael Alberti que, como buen español, como buen andaluz, es hombre que no se doblega, que también lleva un rey en el cuerpo, pero que intuitivamente se siente unido al Monarca por una misma pasión: la de España y su pueblo; y por un mismo código de la libertad y del honor. el que dicta respeto del hombre por el hombre. Ese moderno vate español afincado en el Trastevere, centro de una bulliciosa Roma intelectual, bajó a la plaza de España a estrechar la mano que le tendía el Rey de todos los españoles. También el camino de la paz es de los que pasa por Roma.»

, 11 febrero

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