Un proyecto de urbanización amenaza el equilibrio ecológico de Menorca

El único lago que existe en Menorca, interesante desde muchos aspectos, está a punto de ver gravemente deteriorada su función ecológica, amenazándose con ello a multitud de especies vegetales y animales que desaparecerían bajo la urbanización especulativa. El caos urbanístico creado en Mallorca e Ibiza-Formentera pretende ahora extenderse a Menorca. Varios organismos baleares y catalanes intentan, sin éxito hasta la fecha, evitar lo que consideran como grave «desastre ambiental".

Según un informe del Museo de Zoología de Barcelona, zonas como la Albufera del Grao, en el término municipa...

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El único lago que existe en Menorca, interesante desde muchos aspectos, está a punto de ver gravemente deteriorada su función ecológica, amenazándose con ello a multitud de especies vegetales y animales que desaparecerían bajo la urbanización especulativa. El caos urbanístico creado en Mallorca e Ibiza-Formentera pretende ahora extenderse a Menorca. Varios organismos baleares y catalanes intentan, sin éxito hasta la fecha, evitar lo que consideran como grave «desastre ambiental".

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Según un informe del Museo de Zoología de Barcelona, zonas como la Albufera del Grao, en el término municipal de Mahón, Menorca, que es la zona que se intenta urbanizar, son «absolutamente necesarias para que toda una serie de formas de vida perduren dentro de su geografía la cual quedaría marcadamente mutilada si desaparecen para siempre de la isla».La Albufera es precisamente una de las reservas paisajísticas y ecológicas más importantes del Mediterráneo. Los especialistas consideran que podría llegar a constituir el núcleo de un parque natural. A sólo cinco kilómetros de Mahón se encuentran millares de aves de multitud de clases, Muchas de ellas «aves de paso» que reposaban en la Albufera de Alcudia, hoy urbanizada, en sus migraciones de Europa a Africa.

Los pájaros abandonaron Alcudia empleando ahora el Grao en sus migraciones, En invierno existen hasta 7.000 aves acuáticas, sedentarias como el buitrón o el aguilucho lagunero -que tienen en Menorca uno de sus últimos refugios-, o aves de verano como las cigüeñas, garzas de diversos tipos. En invierno se pueden encontrar el martín pescador y el casi exterminado porrón pardo.

El conocimiento de que bajo el nombre de Shangri-La se iba a construir una zona residencial en la Albufera del Grao, levantó protestas de diverso origen e índole. «Salvem s'Albufera d'es Grau» fue entonces el slogan que muchos automóviles menorquinos mostraban pegado a sus cristales. La protesta se extendió uniéndose organismos como Adena, lcona (Instituto de Conservación de la Naturaleza), el Museo de Zoología de Barcelona, el Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares, y otros.

Mientras tanto las obras de la urbanizadora habían comenzado. Tras un largo, tira y afloja, se consiguió que el Icona delimitase una franja de protección o anillo alrededor de la laguna, al que se denominó «Perímetro de Protección Ecológico», anillo «inoperante, ya que posee una anchura ridícula que no protege nada en absoluto», según los expertos. A ese perímetro se añadió otro más ancho que bajo el nombre «Perímetro de Protección Paisajístico», impediría que cualquier construcción fuera vista desde las aguas de la laguna, pues las edificaciones quedaban por detrás de la línea de colinas que rodea a la Albufera. Según Xavier Ferrer, jefe del Departamento de Ecología de la Universidad Central de Barcelona y persona comprometida a fondo en la defensa de la Albufera,«la situación de ésta, si se hubiera quedado con estos dos perímetros, tal como, en su día se proyectara, era bastante buena, pues quedaba relativamente protegida ».

El Gobierno Civil de Baleares ordenó parar todas las obras de la urbanización: pero la historia no acabó ahí. Varios propietarios de la urbanización afectada interpusieron recurso de alzada impugnando el acuerdo de la comisión provincial de Urbanismo de Baleares que había parado las obras, estableciendo las mencionadas bases de protección ambiental. Su recurso fue parcialmente estimado por orden del Ministerio de la Vivienda en fecha de 5 de mayo de 1976.

Al frente de la urbanización Shangri-La se encuentra Sigfrido Federman, al parecer súbdito inglés. Según afirmaba Román Orozco, en el semanario Triunfo, «es muy posible que muchas de las mil parcelas hayan sido ya vendidas preferentemente a extranjeros. En un folleto editado en Gran Bretaña, distribuido por 'Sole U K Agents, Euroalliance, Overseas Investments. Propietors: Godfrey Alien and Partners Ltd.' se especifican los bancos londinenses y mahoneses en los que los futuros clientes pueden liquidar el importe de su trozo de sol menorquín». Continúa Román Orozco afirmando que «aunque se ha especulado sobre el hecho de que importantes personalidades de las finanzas catalanas tengan directa relación con el asunto Shangri-La, no hay pruebas concretas. Lo que sí hemos comprobado es que el responsable visible de Shangri-La es también miembro del Consejo de Administración de Urbanizadora El Grao, sociedad anónima compuesta por diversos capitalistas catalanes».

A la vista de la estimación parcial del recurso de los propietarios se ha impugnado el recurso de alzada estimado por el Ministerio. La situación actual, es la determinada por el hecho de que: «no hemos recibido respuesta alguna -dicen-, lo cual debe considerarse, en un principio, como desestimación por silencio administrativo, aunque cabe la posibilidad de que el Ministerio apruebe o acepte algún día nuestros recursos».

Mientras tanto, está en peligro una zona de capital importancia para el medio ambiente y, según el director del Museo de Zoología de Barcelona, Francisco Español, «bajo ningún concepto podemos nosotros privar a las generaciones futuras de un patrimonio natural que hemos recibido de nuestros antecesores y del cual tenemos derecho a disfrutarlo y compartirlo con los seres que en él viven, pero no a destruirlo».

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