Presión sindical sobre los gobiernos de la CEE

La visita del premier rumano Manescu a París debe inscribirse en el conjunto de la política emprendida recientemente por el presidente Giscard d'Estaing en relación con el Este, cuyo eje principal lo ha constituido el reciente viaje realizado por el presidente a Yugoslavia, al que la propaganda oficial del Elíseo vinculó, sobre todo, con la «independencia» del régimen de Tito respecto de Moscú.

En esta oportunidad, el señor Manescu ha ido a París varios meses después de la invitación que le fue cursada por el Elíseo, demora con la cual el Gobierno de Bucarest ha querido sugerir. sin dud...

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La visita del premier rumano Manescu a París debe inscribirse en el conjunto de la política emprendida recientemente por el presidente Giscard d'Estaing en relación con el Este, cuyo eje principal lo ha constituido el reciente viaje realizado por el presidente a Yugoslavia, al que la propaganda oficial del Elíseo vinculó, sobre todo, con la «independencia» del régimen de Tito respecto de Moscú.

En esta oportunidad, el señor Manescu ha ido a París varios meses después de la invitación que le fue cursada por el Elíseo, demora con la cual el Gobierno de Bucarest ha querido sugerir. sin duda, que su deseo de autonomía respecto de la URSS no significa que esté dispuesto a satisfacer, sin más, los requerimientos occidentales, sobre todo europeos -puesto que sus relaciones económicas con los Estados Unidos están progresando a pasos acelerados en detrimento, precisamente, de la CEE-, ni mucho menos a despertar las iras del Partido Comunista francés, que siempre ha visto con malos ojos los acercamientos diplomáticos de la URSS o de cualquier país del área soviética a Giscard d'Estaing.Pero el presidente y su deteriorada «mayoría» no parecen darse por aludidos de las reticencias de los «independientes» del Este, de los que al parecer quieren erigirse en campeones al menos en el campo occidental. Con tal política, Giscard d'Estaing persigue objetivos muy claros. Pretende, en primer lugar, «equilibrar», de cara al gaullismo y a los socialdemócratas (o socialistas de «derechas») franceses sus recientes devaneos con la OTAN y su postura más firme frente al Tercer Mundo y al diálogo Norte-Sur que él mismo propició, y frente a la cual aspira ahora a levantar un frente económico europeo. En segundo lugar -o en primero también quizá- el Gobierno del señor Barre, tan inquieto hoy ante un posible aumento de los precios del petróleo, no olvida seguramente que Rumania es el más interesante productor de crudos del Este, y que Bucarest podría ofrecerle a París, en caso de necesidad, precios tan «políticos» como la URSS se los está ofreciendo a los Estados Unidos y a otros países occidentales. Por lo demás, Barre ve en Rumania y en otras naciones de la zona la posibilidad de suavizar el creciente déficit del comercio exterior francés, máxime en un momento en que Alemania federal es casi la única potencia europea que mantiene lazos económicos con el Este.

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