Reportaje:

Hibernado en California el cadáver de una niña asesinada

El pasado domingo, una chica de quince años fue asesinada en Oakland, California. Su padre, Robert Wilson, ordenó que fuera hibernada.-Estamos convencidos -dijo- de que esta es una medida a largo plazo. Pero es la forma de expresar nuestra fe en la vida y nuestro rechazo de la aceptación causal del asesinato y la muerte en nuestra sociedad.

Robert Wilson piensa que mientras su hija aguarda, inanimada, rodeada de frío, la ciencia va a ser ya capaz de reconstruir en el laboratorio distintos órganos vitales partiendo de una sola célula. Bella y lejana esperanza. Porque habría que lograr la...

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El pasado domingo, una chica de quince años fue asesinada en Oakland, California. Su padre, Robert Wilson, ordenó que fuera hibernada.-Estamos convencidos -dijo- de que esta es una medida a largo plazo. Pero es la forma de expresar nuestra fe en la vida y nuestro rechazo de la aceptación causal del asesinato y la muerte en nuestra sociedad.

Robert Wilson piensa que mientras su hija aguarda, inanimada, rodeada de frío, la ciencia va a ser ya capaz de reconstruir en el laboratorio distintos órganos vitales partiendo de una sola célula. Bella y lejana esperanza. Porque habría que lograr la célula diferenciada, e inculcarle la orden genética de su propia repetición para lograr que se constituyera en un corazón, en un cerebro, en un riñón...

Las posibilidades del frío

Henri Laborit era el médico de guardia en un hospital de París un buen día de 1951. Ingresa una joven de veinte años con una peritonitis aguda. Hay que intervenir. Es urgente. Pero las condiciones de la chica son tan penosas, que llevarla al quirófano es llevarla a la muerte. Hay que esperar. El entonces joven doctor Laborit pide hielo, mucho hielo. Y antibióticos. El dilema se plantea con facilidad: hay que ganar tiempo para que la acción antibiótica surta efecto. Más hielo. Mucho más hielo. Durante tres días, la joven aguarda entre el frío a que la infección ceda, y a que sus constantes vitales se normalicen. Poco después, Laborit opera.Era la primera vez que el frío acompañaba a la cirugía. El frío había detenido temporalmente la muerte.

Aquello no fue más que la anécdota. Trece años más tarde, un profesor de Física de Detroit, lanza una teoría que habría de dar la vuelta al mundo: la hibernación. El profesor Ettinger parte de una base estrictamente física: si a la temperatura de nuestro cuerpo una reacción biológica se produce en dos diezmilésimas de segundo, a la temperatura de ebullición del nitrógeno (196 grados bajo cero) esa misma reacción tardaría más de dos millones de años. Con este presupuesto, Ettinger define toda su filosofía: la muerte no es una fatalidad. La muerte es, de momento, una enfermedad incurable.

Las primeras experiencias

Alrededor de Ettinger, de su pensamiento, comenzaron las primeras experiencias. Durante siete años se mantuvieron congelados espermatozoides de toro. Al cabo de ese tiempo, fueron reanimados y quedaron perfectamente útiles. Durante horas se han mantenido distintos animales de laboratorio. Desde ratones, a simios. No se planteó experimentación alguna en el hombre, porque siempre quedaba la duda de una posible cristalización de líquidos, con el consiguiente deterioro de cientos de conductos. Sin embargo, en Madrid se produce un hecho espectacular. En pleno invierno, un niño se cae a una piscina. Cuando la familia le busca, ve que la superficie de la piscina tiene roto el hielo. Cuando logran sacarlo, han pasado unos treinta minutos. El niño inmóvil, aparentemente muerto, es llevado a la Clínica Puerta de Hierro. Al parecer, el frío le produjo un fuerte shock que le hace sufrir un espasmo de glotis. No traga agua. La piscina está tan fría, que la temperatura de su cuerpo desciende bruscamente. El niño, rodeado de médicos va poco a poco recuperándose. A los pocos días, el niño vuelve a jugar por el jardín. Es el primer caso real de hibernación.

El primer hibernado

Un año después de la publicación del libro de Ettinger (1965), se crea en Nueva York la primera sociedad criónica -del griego kryos, frío-, que va a estar muy unida a un nombre: Bedfor. Bedford era un potentado profesor que falleció en 1967 de cáncer de pulmón. Y en su testamento legó 200.000 dólares para una fundación de estudios de criobiología. El 12 de enero de ese año y aprovechando la cuantiosa suma, se hizo el primer proceso; un proceso que sería gradualmente mejorado y que hoy por hoy, es así:Tras la muerte, masaje cardíaco, respiración de oxígeno, enfriamiento gradual con hielo. Inyección de heparina, para evitar coagulaciones.

Cuando el cuerpo llega a dos o tres grados, el cerebro ya queda privado de oxígeno. Se elimina la circulación y se sustituye la solución de heparina por otra de glicerol (Para que los pulmones queden con el glicerol hay que invertir el sentido del circuito, y así anular el efecto de las válvulas cardiacas.

Se va enfriando más el cuerpo, hasta unos 20 grados bajo cero, temperatura que permite ya que la nieve carbónica entre en contacto con la piel. Con nieve carbónica se llega a unos 80 grados bajo cero.

Por último, y envuelto en aluminio, pasa a la fase final, a la cápsula de nitrógeno en ebullición, que al evaporarse produce una temperatura de 196 grados bajo cero.

Los nombres

El caso de la chica asesinada el pasado domingo en California dará la vuelta al mundo, como el de hace cuatro años. Era una niña canadiense. Se llamaba Genevieve de la Potérie. Tenía ocho años y había muerto de un cáncer de riñón. El padre, tras dar a conocer su muerte al Registro Civil, la sometió a la operación. Y declaró lo mismo que Robert Wilson:«Tengo la esperanza de que algún día...»

Otro nombre unido a la hibernación, o por lo menos, en contacto con sociedades criónicas ha sido el del multimillonario Howard Hugues. Peter Seller, tras un amago de infarto, también entró en contacto con una sociedad criónica. Según el presidente de la entidad, Sellers pagó puntualmente sus primeras mensualidades. «Pero después, se conoce que mejoró y ahora se olvida.» También Salvador Dalí mostró sumo interés por esta técnica de supervivencia.

Los precios

Pero hibernarse es caro. Por lo menos, si lo miramos desde la perspectiva actual. En California, se cobran 8.500 dólares por el proceso de hibernación en sí. Y una suma, por ahora de 1.000 dólares anuales, por gastos de mantenimiento. En el caso de que se trate de una pareja, hay fuerte descuento, ya que hay ya cápsulas dobles. Los gastos se distribuyen de la siguiente forma:- Cápsula: 4.000 dólares.

- Transporte, desde la factoría, trabajo de dos hombres, recogida y transporte del cadáver: 1.000 dólares.

- Honorarios del director funerario -con licencia- para manipular y cubrir el cadáver: 1.000 dólares.

- Hielo seco, glicerol, otros productos químicos: 700 dólares.

- Mantenimiento y gastos generales de administración: el resto.

Precio caro, y que se incrementa notablemente con el paso del tiempo. Porque las cápsulas actuales están garantizadas solamente para diez años.

Claro que la carestía es una cuestión subjetiva. Para: los criónicos resulta hasta barato porque para ellos, su profesión es la de conservar la vida, no la de reanimar la muerte.

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