Fallece el inventor de la droga "ICB 119" contra el cáncer

A primeras horas de la mañana de ayer corrió rápidamente por la ciudad la noticia del repentino fallecimiento por infarto del doctor Blanco Cordero en un hotel de Vigo, cuando pasaba unos días de vacaciones en aquella localidad gallega,El doctor Blanco, como es sabido, llenó la primera página de la actualidad nacional, cuando en la primavera de 1973 se dio a conocer una droga anticancerígena por él elaborada y a la que venía ocupando su dedicación desde abril de 1968: el ICB 119.

Nacido hace cuarenta y un años en Medina de Río Seco (Valladolid), se doctoró en Cincinatti, trasladándo...

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A primeras horas de la mañana de ayer corrió rápidamente por la ciudad la noticia del repentino fallecimiento por infarto del doctor Blanco Cordero en un hotel de Vigo, cuando pasaba unos días de vacaciones en aquella localidad gallega,El doctor Blanco, como es sabido, llenó la primera página de la actualidad nacional, cuando en la primavera de 1973 se dio a conocer una droga anticancerígena por él elaborada y a la que venía ocupando su dedicación desde abril de 1968: el ICB 119.

Nacido hace cuarenta y un años en Medina de Río Seco (Valladolid), se doctoró en Cincinatti, trasladándose más tarde a Zaragoza, donde comenzó a trabajar en la citada droga. Desde 1968 a 1973 intentó encontrar apoyos a su descubrimiento, pero estos le fueron sistemáticamente rechazados, permitiéndosele tan sólo la administración de su droga a cuatro pacientes del hospital Marquesa de Villaverde, de Madrid, en 1970. Tras varios intentos de entrevistarse con el ministro de Educación y Ciencia y con el director del Hospital Central de la Cruz Roja, sin ningún resultado positivo, el doctor Blanco Cordero decidió trabajar en solitario, administrando el fármaco a sus propios pacientes, que en número mayor cada día llegaban a los seis únicos centros autorizados para tal cometido, por la Dirección General de Sanidad.

En cuanto a los resultados concretos del «ICB 119» -que pasa a denominarse "IBC» al iniciarse su fabricación en un laboratorio multinacional de Burgos- al parecer llegarían a ser muy desiguales. A lo largo de 1973 más de 90 pacientes voluntarios fueron tratados con el fármaco, llegándose, en la mayoría de los casos, a resultados relativamente positivos, y en algunos casos, a curaciones sorprendentes como es el de Amparo Bandrés, paciente zaragozana cuyo historial clínico recorrió la prensa especializada. De cualquier forma, y tras el análisis de los numerosos tratamientos posteriores, parece ser que la droga arroja óptimos resultados al ser aplicada en casos de tumores cancerígenos vírgenes, o sea, no tratados aún ni por la cobaltoterapia ni por la cirugía.

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