Toros mansos y aburrimiento en Las Ventas

Una vez más en verano el toro salió al ruedo de las Ventas, pero esta vez con una total mansedumbre y falta de casta. Tampoco anduvieron sobrados de fuerza, sobre todo los tres primeros doblaron frecuentemente las manos; 3º y 5º sólo tomaron una vara. En toda la corrida abundaron las caras altas, manos por delante y mucho canto: casi todos berrearon y se dolieron en banderillas. Para colmo, el primero, el mejor de la tarde en la muleta, cayó en las manos del debutante César Morales, que evidenció muy poco oficio y nula clase. El toro de la confirmación, nada con el capote, con la muleta realiz...

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Una vez más en verano el toro salió al ruedo de las Ventas, pero esta vez con una total mansedumbre y falta de casta. Tampoco anduvieron sobrados de fuerza, sobre todo los tres primeros doblaron frecuentemente las manos; 3º y 5º sólo tomaron una vara. En toda la corrida abundaron las caras altas, manos por delante y mucho canto: casi todos berrearon y se dolieron en banderillas. Para colmo, el primero, el mejor de la tarde en la muleta, cayó en las manos del debutante César Morales, que evidenció muy poco oficio y nula clase. El toro de la confirmación, nada con el capote, con la muleta realizó una faena nerviosa y embarullada sin temple ni mando, no se acopló ni con la derecha ni con la izquierda, ni tampoco le cogió al toro las distancias, por lo que le ahogó la embestida. En el último volvió a mostrar sus pocos recursos; suerte tuvo al salir de la plaza sin un percance.Mala tarde de El Inclusero, sin acoplarse con el capote y bastante desconfiado con la muleta, realizó dos faenas largas, la mayor parte sobre la derecha y sin parar los pies, en su descargo se puede hablar de buena voluntad y perdido en el recuerdo algún muletazo de buen corte, en una labor general anodina. Por cierto que para conceder la alternativa no es preciso pedir permiso al presidente. Un torero veterano debe conocer estos detalles.

El domingo en las Ventas se lidiaron toros de los hijos de Marín Marcos, para el Inclusero, Curro Fuentes y César Morales, de Jaén, nuevo en esta plaza, que confirmó la alternativa

El Inclusero, dos pinchazos bajos, echándose fuera, rueda de peones y tres descabellos (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, quedándose en la cara, estocada, rueda de peones y dos descabellos (aviso y silencio). Curro Fuentes, pinchazo caído, rueda de peones y dos descabellos (ovación y saludos, pitos al intentar dar la vuelta al ruedo). En el quinto, pinchazo al encuentro, pinchazo, estocada tendida y rueda de peones (silencio). César Morales, estocada al toro de la confirmación (palmas y saludos, algunos pitos) en el último, estocada enhebrada que asoma por un brazuelo y estocada delantera (pitos). Los toros, 1º, 2º y 5º llevaban el hierro de¡ Duque de Pinohermoso de los hermanos Marín Molina (Camaligera). Los tres restantes eran de Eugenio Marín, bien presentados en general, fueron mansos y sin casta, buenos en la muleta el 1º y 3º, difíciles 2º, 5º y 6º; aplomado el 4º. Otros factores: hubo media plaza, mucho calor y algo de viento. Presidió el señor Mantecón, esta vez sin complicaciones.

Curro Fuentes estuvo valiente como es su norma. A su primero h dio unas verónicas emocionantes ganando terreno al toro. Luego hizo una faena salerosa, consintiendo mucho al toro en derechazos, naturales y el de pecho, aunque la faena tuvo el defecto de la falta de remate. En el (quinto estuvo voluntarioso, pero el toro le tocó siempre la muleta, lo que deslució su actuación.

Bregó muy bien Juan Espejo, de la cuadrilla de El Inclusero; por contra la cuadrilla de Curro Fuentes llenó el ruedo de banderillas.

Típica tarde agosteña con un público en su mayoría compuesto por turistas, mucho calor, muchos mansos, poca casta y aburrimiento

Esta vez el público estuvo más ecuánime, debió ser que con el calor y lo plomizo de la corrida, el personal se echó la siesta. Lo malo fue que los espectadores del cuatro tuvieron un mal despertar y la emprendieron a almoadillazos con la terna actuante, cuando abandonaban la plaza. Claro que tras el sueñecito, a lo mejor creían que estaban en San Isidro con una de esas tardecitas de las figuras. En resumen, tres toreros que torean poco y, como es lógico, no pudieron con un ganado muy manso y deslucido.

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