Editorial:

El caso Tanaka

LA DETENCION del ex primer ministro japonés, señor Tanaka, producida ayer por supuestas implicaciones en el escándalo de la Lockheed demuestra que el famoso affaire tiene y tendrá gravísimas repercusiones en la vida política de los países donde la compañía americana corrompió a ciertos hombres públicos.Varias personalidades como el príncipe Bernardo de Holanda, o el dirigente democristiano alemán, Franz-Josef Straus, fueron acusadas de corrupción, pero hasta el momento sólo Tanaka, el que fue hombre fuerte del Japón, ha sido inculpado y detenido, con indicios de criminalidad.
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LA DETENCION del ex primer ministro japonés, señor Tanaka, producida ayer por supuestas implicaciones en el escándalo de la Lockheed demuestra que el famoso affaire tiene y tendrá gravísimas repercusiones en la vida política de los países donde la compañía americana corrompió a ciertos hombres públicos.Varias personalidades como el príncipe Bernardo de Holanda, o el dirigente democristiano alemán, Franz-Josef Straus, fueron acusadas de corrupción, pero hasta el momento sólo Tanaka, el que fue hombre fuerte del Japón, ha sido inculpado y detenido, con indicios de criminalidad.

La detención del señor Tanaka nos mueve a ciertas reflexiones de carácter permanente. El sistema democrático basa su eficacia en la representatividad y en la responsabilidad de los hombres que lo encarnan. Y la prueba de que el sistema funciona, con todas las deficiencias que se quieran, es que la mayoría de los controles funcionan cuando se pone en duda la honorabilidad o la honestidad de los elegidos. Que el señor Tanaka haya cometido actos reprobables no refuerza ni atenúa la viabilidad del sistema vigente en Japón. En cambio, lo que fortifica considerablemente la imagen de dicho sistema, es que el otrora todopoderoso político nipón haya sido detenido como consecuencia de estos actos reprobables. Ello demuestra que, por encima de las presiones los intereses creados o las corrupciones funciona un eficaz sistema de control democrático al que no se hurta nadie o casi nadie. Demuestra sobre todo, lo que es clave y vital en un Estado de Derecho, la igualdad de los ciudadanos ante la ley.

Cuando se descubrió, en febrero pasado, el escándalo de la Lockheed todos esperaban que se hiciera la luz sobre quiénes en América Latina, Asia y Europa recibieron «compensaciones» por comprar en nombre de sus Estados respectivos aparatos fabricados por la famosa empresa. Estas esperanzas se han visto relativamente defraudadas por la lentitud con que el Gobierno de Estados Unidos ha llevado las negociaciones con los Estados interesados, para facilitarles las listas de los implicados en el soborno. Para compensar tal vez semejante lentitud, el Senado USA acaba de aprobar un proyecto de ley por el que se castigará con gran severidad este tipo de prácticas si son realizadas por compañías americanas.

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Entre los países donde la Lockheed firmó contratos, se encuentra España. El fiscal del Tribunal Supremo, señor Rodríguez Acosta, ha sido encargado de llevar a cabo las investigaciones pertinentes y para ello se trasladó recientemente a Estados Unidos. En una reunión con los corresponsales españoles en aquel país aseguró que se conocerían muy pronto los resultados de la investigación. Sin embargo, hasta el momento sólo existe el silencio en torno a este enojoso asunto. Y creemos que cuanto antes se aclare, a todos los niveles (y no sólo al judicial) la credibilidad del nuevo Gobierno se hará más patente.

El «escándalo de la Lockheed» tiene no sólo aspectos penales, sino también políticos. La única forma de reducir sospechas extensas e irresponsables, es que la verdad aparezca a la luz del día. En el caso de Japón esta verdad ha sido amarga (compromete gravemente a uno de sus ex gobernantes más populares). Pero la justicia nipona no ha dudado un momento ni su pulso tembió a la hora de las decisiones. Todo un,ejemplo a seguir.

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