La televisión francesa, mejorada por "decreto" gubernamental

Crear es obligatorio, ha decidido el Gobierno francés, en Consejo de Ministros, para intentar sacar a los tres canales de la televisión de la mediocridad que los caracteriza. Hace dos años que la TV fue objeto de una reforma profunda, basada principalmente en la racionalización económica y en la autonomía de cada uno de los canales, con objeto de favorecer la competencia y, así, alcanzar la calidad.Las autoridades oficiales, tutoras de la TV, han sido las primeras en reconocer el fracaso de aquella operación. La degradación de los programas es admitida por todo el mundo. En el domin...

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Crear es obligatorio, ha decidido el Gobierno francés, en Consejo de Ministros, para intentar sacar a los tres canales de la televisión de la mediocridad que los caracteriza. Hace dos años que la TV fue objeto de una reforma profunda, basada principalmente en la racionalización económica y en la autonomía de cada uno de los canales, con objeto de favorecer la competencia y, así, alcanzar la calidad.Las autoridades oficiales, tutoras de la TV, han sido las primeras en reconocer el fracaso de aquella operación. La degradación de los programas es admitida por todo el mundo. En el dominio de las emisiones dramáticas, por ejemplo, su volumen ha disminuido en un 50 por 100. El Gobierno intervino ahora con una serie de recomendaciones para liberar a la TV de su desastre cualitativo. La pequeña pantalla francesa se alimenta, principalmente, de emisiones americanas, está colonizada por algunos nombres que lo hacen todo, «para mayor gloria del embrutecimiento del pueblo», impidiendo de esta manera la aparición de hombres nuevos. Las medidas aconsejadas a los directores de los tres canales intentan contrarrestar estos vicios.

Tres tipos de medidas fueron adoptadas por los ministros: favorecer la creación de emisiones específicamente francesas, con trescientas veinte horas, como mínimo, al año. Segundo, ofrecer más posibilidades a los jóvenes talentos, con un 20 por 100 de los espacios televisivos para las creaciones de ficción o de documentales. Y, en tercer lugar, las autoridades que controlan el monopolio estatal dicen alto al monopolio individual. En efecto, en la TV francesa, varios monstruos sagrados colonizan la mayor parte de las emisiones. Se aconseja, en este dominio, la abolición de las monarquías de la pequeña pantalla.

El presidente Giscard d'Estaing afirmó ayer que «la televisión francesa puede ser una de las mejores del mundo, porque cuenta con todos los medios para ello». La declaración de intenciones se valora. Otra cosa, opinaron muchos profesionales, es pretender hacer una auténtica televisión y, para ello, decretar la capacidad de creación.

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