El dadivoso señor Mantecón

Los novillos del domingo tuvieron un comportamiento muy diferente a los del sábado, ya que dijimos habían sido de sensación. De todas formas, hubo tres buenos y un sobrero tan fácil que era como un cheque en blanco para cualquier torero que quiera abrirse camino en esta profesión tan espinosa. Los difíciles les correspondieron al Garbancito y López Heredia y pusieron en evidencia la falta de recursos de ambos, por otra parte lógica entre novilleros. En los fáciles tres espadas demostraron que también en la terna de matadores había claras diferencias de calidad con la jornada anterior.El cuarto...

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Los novillos del domingo tuvieron un comportamiento muy diferente a los del sábado, ya que dijimos habían sido de sensación. De todas formas, hubo tres buenos y un sobrero tan fácil que era como un cheque en blanco para cualquier torero que quiera abrirse camino en esta profesión tan espinosa. Los difíciles les correspondieron al Garbancito y López Heredia y pusieron en evidencia la falta de recursos de ambos, por otra parte lógica entre novilleros. En los fáciles tres espadas demostraron que también en la terna de matadores había claras diferencias de calidad con la jornada anterior.El cuarto de la tarde, con trapío, manso y violento, se impuso a Garbancito en todos los tercios, y éste literalmente no sabía cómo ni por dónde entrarle, de manera que le anduvo por la cara y cuando citó por el pitón más bonacible, que era el izquierdo, lo hizo exhibiendo un pedazo de manta escarlata, agrandada por el estoque, con el que se ayudaba, y además no la adelantaba, ni se estaba quieto, con lo que renunciaba a torear.

El domingo se celebró el último festejo de feria con cinco novillos de Eugenio Marín Marcos y un sobrero de Sotillo, corrido en último lugar, para Garbancito, López Heredia y Alfonso Galán, los dos últimos debutantes

Garbancito- Ventajista y con pocos recursos. Mató al primero de bajonazo y al cuarto de pinchazo y media estocada caída y tendida (silencio en ambos). López Heredia- Tremendista, sin acoplarse a las condiciones de sus enemigos. En el segundo, media baja y trasera (oreja muy protestada). En el quinto, bajonazo (aviso) y otro bajonazo (silencio). Galán- Faenas aseadas con fáciles enemigos. En el tercero, dos pinchazos, estocada perpendicular, rueda de peones y descabello (aplausosy saludos). En el sexto, pinchazo, estocada trasera y bajísima y varias ruedas de peones (oreja). Los novillos- Desiguales de presentación, los tres primeros y el sobrero, manejables, cuarto y quinto, difíciles. El primero cabeceó y se fue suelto en dos puyazos. Mal lidiado, acabó noble. El segundo derribó y sop9rtó fijo un puyazo con la salida tapada. Noble. El tercero, mal colocado, suena el estribo en dos encuentros. Muy flejo y dócil. El cuarto se quita el palo en tres encuentros y se va suelto. Manejable, con la cara alta, por el izquierdo, dificil por el derecho. El quinto, manso, tardea en dos varas y un picotazo, en los que cabecea y se va suelto. Peligroso por el izquierdo, toreable por el derecho. El sexto, de Sotillo, toma dos varas por su cuenta: se revuelve, pero se va suelto. Le taparon lasalida. Muy pastueño en el último tercio.

También el quinto era serio, manso y difícil, éste aprovechable por el derecho. López Heredia le dio unos ayudados por bajo curiosísimos pues la técnica del muletazo no ejecutaba sino la postura -una rodilla en tierra, un ademán trascendente-, con lo cual la eficacia era nula. Se vió, eso si, que por el pitón izquierdo se colaba; lo debió ver todo el mundo menos el propio López Heredia, que se echó la muleta precisamente a la izquíerda y de ahí le vino un testarazo tremendo del que se salvó, demos gracias al Cielo. Siguió con de en una faena larguísima y aburrida, hubo muchos achuchones y un desarme, y otra vez citó con la izquierda para complicarse la vida.

El lote mejor le correspondió a Galán, que estuvo animoso. El tercero era un animalito escurrido, muy flojo y noble, al que toreó por naturales con escaso temple en cuatro tandas, más tina de derechazos que terminó en circular. Al sexto lo devolvieron. al corral, se supone que por cojo, y le sustituyó un Sotillo que lo tenía todo para confiar a un torero: la cabeza recogidita y gacha, el comportamiento tan dócil que parecía el carretón. Galán se paró en una verónicas, que resultaron codilleras, y también con la muleta, en una faena larguísima por todos los terrenos de la plaza. Dio. la vuelta al ruedo dando pases. Otra vez abundaron los naturales, varios de ellos lentos -quizá por la propia lentitud y suavidad del novillo-, pero con los claros defectos que ya anotamos en este torero tras sus actuaciones en Vista Alegré, de que cita con el pico y suele rematar por alto, lo que quiere significar que, en realidad, no manda. De todas maneras el público se le entregó, hubo pases de pecho excelentes y la emoción subió de tono cuando en un circular porfió a medio pase y se llevó una voltereta. Mató muy mal a este y al otro enemigo, que es mal matador, pero se llevó la oreja porque así lo pidió mucha gente y as! lo decidió ese dadivoso presidente que es el señor Mantecón.

También buenos, aunque no tán fácílesfueron los dos prímeros que sacaron genio. El Garbancito estuvo ventajista con el que, abrió plaza: cite de costadillo., casi de espaldas; pico de la muleta, vueltas para cambiar el viaje cuando se quedaba descolocado en los remates por no mandar, muchos saltitos atrás para aliviarse. No se le aprecian progresos a este torero. Por su parte López Heredia se pasó la lidia del segundo intentando asustar al público. Empezó por esperar la salida de la res « a porta gayola» y no pudo consumar la larga cambiada de rodillas porque se le frenó el animal. Inició la faena de muleta en el centro del ruedo, muleta plegada, con el novillo en tablas, para esperarle y luego, cuando le llegó a jurisdicción, dar un brinco. En el toreo fundamental estuvo vulgarcísimo y los aplausos los arrancó con desplantes, alardes, espaldinas y una voltereta que él mismo provocó: citó con la izquierda, casi simultáneamente le arreó un estacazo al novillo con la derecha y éste, muy lógico, acudió a entrambas llamadas por el medio, donde naturalmente estaba el torero.

López Heredia, que tiene valor, no sé si consciente, habrá comprobado que no todos los toros tienen la misma faena; que torear es algo muy diferente a pegar pases sin sentido y a multiplicar alardes. Aunque el dadivoso señor Mantecón le regale la consabida oreja, que en estas circunstancias para bien poco va a servir.

Entre el señor Mantecón y los demás funcionarios que presiden las corridas de Madrid hay una sola diferencia: la que va del rigor al coladero.

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