Una aportación de Godard al mundo de la información

La última obra de Godard, Cómo va eso, ha sido ofrecida por el festival en el cielo Perspectivas del cine francés, magnífico invento de los profesionales del vecino país para conseguir una buena promoción publicitaria queen este caso arranca de un interés indudable por la obra del que fuera hace dieciocho años uno de los jefes de fila de la nueva ola y figura fundamental para el entendimiento del cine moderno. Después de una retirada casi completa de las producciones convencionales, Jean Luc Godard -sin haber cumplido la promesa que hiciera el año pasado de realizar un...

La última obra de Godard, Cómo va eso, ha sido ofrecida por el festival en el cielo Perspectivas del cine francés, magnífico invento de los profesionales del vecino país para conseguir una buena promoción publicitaria queen este caso arranca de un interés indudable por la obra del que fuera hace dieciocho años uno de los jefes de fila de la nueva ola y figura fundamental para el entendimiento del cine moderno. Después de una retirada casi completa de las producciones convencionales, Jean Luc Godard -sin haber cumplido la promesa que hiciera el año pasado de realizar una segunda parte de su primera obra Al final de la escapada-, se presenta con un experimento grabado en video, de una hora de duración, que constituye una apasionante aportación al estudio de la ambigüedad del plensaje fotográfico, especialmente aplicada a la foto de prensa y a su manipulación en las redacciones de los periódicos. Es difícil encasillar en un apartado concreto este trabajo porque, en el fondo, es un análisis del último sentido de la información en el mundo contemporáneo, que se puede referir por igual al cine, periodismo o television.El festival, en colaboración con la Cinemateca francesa, ha ofrecido un ciclo titulado La historia de América vista por John Ford, constituido por cuatro títulos fundamentales de la filmografía del viejo maestro irlandés, El mundo marcha, El joven mr. Lincoln, Tres hombres malos y Tambores a lo largo del rio Mohawk. De esta forma se repara una omisión muy clara y se disimula, siquiera un poco, la absoluta ausencia de preocupaciones culturales profundas de este certamen, más atento al cine de ahora, con un gran peso industrial detrás, que a las conmemoraciones históricas. Otros festivales más modestos, en cambio, sí han prestado gran atención a esta necesaria dimensión histórica, y es justo citar a la Semana de Valladolid, en este sentido, como un modelo necesario a seguir, así como al de San Sebastián, mientras el de Cannes se ocupa de las viejas películas a regañadientes, en los días menos lucidos.

El concurso ofreció un solo título, Dandy, la chica americana, de Jerry Schatzberg, simple película comercial, de buena factura, cuyo único interés está en la atención a personajes marginados de la sociedad americana, con una intriga previsible y bastante aburrida.