Recuerdo de Alvar Aalto

Expresionismo y arquitectura orgánica

A la edad de setenta y ocho años ha fallecido en Helsinki el último gran exponente del Movimiento Moderno, singular maestro constructor e impulsor genuino de la arquitectura orgánica: el finlandés Alvar Henrik Aalto. En su obra se nos legan alcance y contenido de una lección no poco vigente: la propuesta incansable de un expresionismo comprometido con el medio, en su más amplia acepción, frente a la abrumadora profusión del racionalismo, convertido en verdadero y anodino estilo internacional. A pocos como a Aalto cuadraría la condición de ejemplo, a la hora d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

A la edad de setenta y ocho años ha fallecido en Helsinki el último gran exponente del Movimiento Moderno, singular maestro constructor e impulsor genuino de la arquitectura orgánica: el finlandés Alvar Henrik Aalto. En su obra se nos legan alcance y contenido de una lección no poco vigente: la propuesta incansable de un expresionismo comprometido con el medio, en su más amplia acepción, frente a la abrumadora profusión del racionalismo, convertido en verdadero y anodino estilo internacional. A pocos como a Aalto cuadraría la condición de ejemplo, a la hora de exponer y reanudar la pugna entre el movimiento racionalista y el expresionista, porque él, formado en la norma cartesiana del primero, acertó a incorporar su quehacer a las exigencias del otro.Nacidas ambas tendencias prácticamente al unísono (en la segunda década del siglo) y proclives a recíproca confusión, merced a una contemplación superficial en que el aura de modernidad y ciertos factores estilísticos les son comunes, median entre una y otra precisas diferencias de contenido e intención. En tanto el racionalismo trata de establecer un código universal, de absoluta validez para todo tiempo, lugar y circunstancia, tiende el expresionismo a formular un compromiso con el medio y con la diversidad de cada una de sus exigencias.

Abstracción

Trasladada la cuestión al campo de la plástica pura, vale decir que la corriente racionalista se aproxima a la abstracción geometrizante del holandés Mondrian, pareciendo el movimiento expresionista mucho más afín a las primeras acuarelas abstractas del ruso Kandinsky. En las pinturas de Mondrian (reconocido el alto grado de experiencia personal y también su espúrea traducción a manos de incontables émulos o simples plagiarios) se hace obvio el predominio de una simplificación rectanglar, ambigua y generalizable. Las célebres acuarelas abstractas de Kandinski entrañan, por el contrario, un propósito de comprometer la expresión con la peculiaridad y diversidad de cada circunstancia o exigencia.Devolviendo el problema a las fronteras propias de la arquitectura, no es osado tampoco afirmar que el canon racionalista se ejemplifica a las mil maravillas en la absoluta y aburrida identidad de ese edificio (igual al otro, y al otro, y al otro..., y a cuantos usted contempla a su paso por la barriada o urbanización o complejo, sea de absorción o de turismo) impenitentemente rectangular (¡la apoteosis del paralelepípedo y del cubo!) y sordo o desatento a toda demanda ecológica e incluso geográfica, no resultando tan fácil dar, por el contrario, con una construcción expresionista o adecuadamente comprometida con la realidad de su entorno.

La biografía de Alvar Aalto y el cómputo historiográfico de su actividad creadora, son lo bastante elocuentes para verificar su tránsito decidido de una a otra forma de expresión. Cierto que a lo largo de su quehacer perdurará la reminiscencia racionalista, pero como pura lógica constructiva en que apoyar la adecuación de cada forma a la exigencia del medio, y de cada función al sentido de su propia demanda. El edificio de Aalto es solícita atención tanto al empleo conveniente de los materiales como a la específica viabilidad de los usos, al factor climatológico, al contenido social, a los valores tradicionales, al imperativo del presente.... y al compromiso de todos ellos con el rigor de la expresión plástico-poética.

Traductor realista

No quiero decir que fuera Alvar Aalto un expresionista de escuela, pero sí un traductor, en la práctica arquitectónica, del más fundamental y más comúnmente omitido de sus postulados: afrontar la realidad por vía de experiencia y ejercer un compromiso intransigente de cara a todas sus exigencias y demandas. Las propuestas e inquietudes del expresionismo, tanto las incipientes de la Brücke como las posteriores del Blaue Reiter, contienen, bajo la apariencia de un manifiesto estético, todo un contenido político, destinado a demoler el concepto de belleza eterna y suplantarlo por el de necesidad de una expresión comprometida con la realidad de su tiempo.Alvar Aalto aceptará e incorporará a su quehacer todas las consecuencias empíricas que de la actitud expresionista venían a denunciarse, al margen de su concreto contenido político, y las convertirá en obra, siguiendo el ejemplo de Wrigth o de Háring, al amparo de aquel vehículo manifestativo y constructivo que acertaba a prestarles mejor acomodo: la arquitectura orgánica. Concebido y creado a imagen y semejanza del organismo viviente, el edificio de Alvar Aalto parece hacer suya la contextura que Piaget juzga propia de aquél: su doble naturaleza de objeto físico complejo y de motor del comportamiento.

Condición humanística

La capacidad renovadora del edificio de acuerdo con las circunstancias, propia del organismo arquitectónico en general, cobra en el quehacer singular de Alvar Aalto una clara condición humanística que a la adecuación del proyecto con la realidad (la adecuatio intellectus et rei, propuesta por la Escuela como índice seguro de conocimiento) quiere agregar una pauta de conducta, y una ejemplar mediación entre el habitante y lo habitado, o el trasunto fidedigno de la ética en la estética.Frente al abuso racionalista del elementarismo geométrico y estereométrico, al muro-cortina, a la simplificación figurativa, a la red cartesiana (una cárcel se asemeja no poco a una red cartesiana, pero trazada de tal suerte, que hace del todo impenetrable el aura saludable de la vida) y a la facilidad emuladora de su práctica sistemática y agobiante, el recuerdo de Alvar Henrik Aalto y la ejemplaridad de sus construcciones nos hacen añorar y quisieran exigir el asentamiento de una arquitectura necesaria a sus necesidades, simplemente adecuada al medio y comprometida con las demandas y exigencias de la realidad.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En