Festival de Cannes

"Arriba España", periodismo politico llevado al cine

Anteayer se proyectó en la competición del Festival la segunda película española, Pascual Duarte, producida también como en el caso del filme de Carlos Saura, por Elías Querejeta. La sensación, díficil de aprehender por otra parte, parece ser la de una cierta incomprensión ante la historia mostrada. En la rueda de prensa y en la sala de proyección los momentos más discutidos y comentados corresponden a los de la muerte de dos animales, con pocas referencias o análisis a la trama central del filme, que no es otra que un intento de aproximación al campesinado español más olvidado.Dentro d...

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Anteayer se proyectó en la competición del Festival la segunda película española, Pascual Duarte, producida también como en el caso del filme de Carlos Saura, por Elías Querejeta. La sensación, díficil de aprehender por otra parte, parece ser la de una cierta incomprensión ante la historia mostrada. En la rueda de prensa y en la sala de proyección los momentos más discutidos y comentados corresponden a los de la muerte de dos animales, con pocas referencias o análisis a la trama central del filme, que no es otra que un intento de aproximación al campesinado español más olvidado.Dentro del ciclo Perspectivas del cine francés se proyectó la película de Berzosa, Arriba España, documento sobre el régimen del general Franco y que, por las especiales características del mismo, merece un comentario más amplio de lo habitual.

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Se trata fundamentalmente de una película realizada desde una perspectiva periodística, informativa, de un periodismo político en el que se asumen desde un principio unas simpatías prevías hacia una de las dos Españas. El dato se -puede apreciar desde un primer momento, e incluso desde su aspecto formal o estético (los encuadres a Jesús Suevos o a Lucas María de Oriol poseen un barroquismo expresivo distinto al del resto de los entrevistados). Celso

Emilio Ferreiro expone en primer lugar el problema gallego que será ampliado con las declaraciones de autonomistas vascos y catalanes. El empeño cinematográfico nos parece excesivamente amplio, pues a diferencia del resto de las" películas -testimonio que hemos podido ver en este festival, el periodo cronológico escogido por el realizador supera la posibilidad de tratarlo con rigor. Piénsese que se intenta mostrar cuarenta años de vida española en algo. más de dos horas, con la complejidad de esa vida colectiva que, surgiendo de una guerra civil -recordada esencialmente por Tierno Galván-, pasa por una fase autárquica, una posguerra muy distante de los aspectos frívolos del queroseno (Simón Sánchez Montero nos habla de las cárceles en este periodo), la etapa democristiana de Ruiz-Giménez -que él mismo expone , con la consiguiente descongelación diplomática y el apoyo de los Estados Unidos, explicado por Areilza, para llegar a la expansión económica potenciada por el turismo, las inversiones extranjeras, la emigración y finalizar con la promulgación de la Ley de Prensa, la ,desaparición del diario Madrid, la bomba de Palomares, el asunto de Matesa y el asesinato del almirante, Carrero.Es cierto que los autores del filme, en el que interviene también Ramón Chao como coguionista, muestran desde un principio un cierto sentido del humor con lo que, imaginamos, pretenden exponer su falta de sentido ontológíco y trascendental; sin embargo, el número e importancia de los temas tratados no parecen adecuarse al talante presumiblemente heterodoxo e informativo de la realización. Marcos Ana, Marcelino Camacho, la mujer de Pedro Patiño, la viuda de Grimau y las madres,de dos de los procesados en el juicio de Burgos hablan de uno de los aspectos más duros de la convivencia social durante el régimende Franco. Son probablemente, en algunas de las declaraciones, la parte más visualmente espectacular de la obra, en la que se utilizan con cierta frecuencia materiales de noticiarios de archivo. Desde el punto de vista informativo, quizá la intervención del Conde de Motrico es la más importante, al menos para los que conocen el resto de los problemas pues señala cómo durante su periodo de Embajador en París estuvo a punto de firmarse el reconocimiento diplomático al más alto nivel entre España y la URSS, negociaciones que se rompieron a raíz del fusilamiento de Julian Grimau.

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