Gary Payton: “La rivalidad con Michael Jordan nunca fue importante para mí”
El mítico base californiano, ex de los Lakers junto a Kobe Bryant, Shaquille O’Neal y Karl Malone, niega que perder las Finales de 2004 frente a Detroit fuera un fracaso
Tras firmar varias camisetas de los Seattle Supersonics, equipo en el que brilló en la década de los noventa, Gary Payton (Oakland, California; 53 años) repone fuerzas con calma. Es su momento. Recién llegado de San Francisco, donde su hijo, también Gary, disputa las Finales de la NBA con los Golden State Warriors, Payton se declara competitivo por genética. No podía ser de otra forma. En 13 temporadas en la liga, el base ca...
Tras firmar varias camisetas de los Seattle Supersonics, equipo en el que brilló en la década de los noventa, Gary Payton (Oakland, California; 53 años) repone fuerzas con calma. Es su momento. Recién llegado de San Francisco, donde su hijo, también Gary, disputa las Finales de la NBA con los Golden State Warriors, Payton se declara competitivo por genética. No podía ser de otra forma. En 13 temporadas en la liga, el base californiano tan solo se perdió 25 partidos e hizo méritos suficientes para entrar en el Salón de la Fama: nueve veces all star, nueve veces en los mejores quintetos de la temporada, premio a mejor defensor del año y un largo etcétera. Apodado The Glove (El Guante) por sus grandes dotes como ladrón en la cancha, Payton es el único jugador de la historia con 20.000 puntos, 8.000 asistencias, 5.000 rebotes y 2.000 robos. Un todoterreno al que la NBA ha incluido entre los 75 mejores jugadores de su historia. Educado, sin hacer muestra de su lengua afilada, esa que le erigió en uno de los tipos más duros de la liga en los noventa, atiende a EL PAÍS con unas vistas privilegiadas desde las oficinas de la NBA en la capital.
Pregunta. ¿Qué le parece el baloncesto español?
Respuesta. Tuve la oportunidad de jugar contra Pau Gasol, aunque me pilló ya en la recta final de mi carrera. Él y su hermano Marc eran muy buenos, lo vimos en el Mundial y en los Juegos Olímpicos. Aquí los jugadores empiezan muy pronto en la élite, generan impacto con 13 o 14 años. Eso es una grandísima ventaja para adaptarte a grandes retos después. Con esa cultura, en la NBA siempre va a haber jugadores salidos de España.
P. Luka Doncic es el último ejemplo.
R. Es un grandísimo jugador, muy difícil de defender. Ha tenido unos primeros años increíbles y va a ser una superestrella durante mucho tiempo. Recuerdo que cuando llegó a la NBA dijo que era más fácil anotar que en Europa. La gente se lo tomó como un insulto, pero no lo era. Es muy fácil para él y lo ha demostrado. No necesita meter 40 puntos para dominar, prefiere cubrir todas las áreas y tener a todos los compañeros implicados. Estoy convencido de que va a aprender mucho de las finales de conferencia contra los Golden State Warriors.
P. Ahí está su hijo, ahora en las Finales frente a Boston.
R. Sí, le veo bien. Después de fracturarse el codo está de vuelta y le veo bien integrado en el equipo. Creo que está preparado. Hablé con él y comentamos el último partido. Al final, en un equipo en el que están Klay Thompson, Stephen Curry y compañía, tienes que adaptarte y facilitar las cosas.
P. ¿Y cómo ve la lucha por el anillo?
R. Igualada. Ahora la serie va a Boston y ahí veremos, pero son dos grandes equipos. El campeonato puede caer de cualquier lado.
P. ¿Alguna predicción?
R. No soy hombre de apuestas, la verdad. Ganará el mejor equipo, ese que haga clic en los días decisivos. Mire el primer partido, los Warriors ganaron los tres primeros cuartos, pero jugaron fatal en el último y perdieron. El tren de las Finales no espera a nadie. No puedes cometer errores.
P. ¿Qué les faltó para ganar a los Chicago Bulls en 1996?
R. Creo que no nos faltó nada. Estuvimos ahí. Esa temporada siempre se recuerda por las 72 victorias de Chicago en temporada regular, pero nosotros ganamos 64. No había diferencia en cuanto a juego. La única fue en la mentalidad: perdimos los tres primeros partidos de las Finales por jugar para no perder en lugar de salir a ganar.
P. Tras aquellas derrotas, cambiaron de estrategia. Pasó usted a defender a Jordan.
R. Sí, y nos despreocupamos. Nos quitamos la presión y jugamos como sabíamos. Ganamos dos partidos seguidos, pero no pudimos remontar; fue demasiado tarde.
P. ¿Cómo recuerda aquella rivalidad con Jordan?
R. No tengo ningún recuerdo en especial de aquellos partidos contra él, la verdad. Mis recuerdos son otros: jugar tres Finales, ir a los Juegos Olímpicos, ser all star, conseguir el anillo [en 2006, con Miami]… La rivalidad con Michael Jordan nunca fue importante para mí a nivel personal. Jugaba contra él solo dos veces al año. Contra John Stockton, por ejemplo, jugaba diez veces cada temporada. Eso sí podía ser una rivalidad.
P. Formó una dupla letal con Shawn Kemp en Seattle.
R. Teníamos una habilidad especial para conectar. Jugábamos sin mirarnos y nos sentíamos cómodos con el otro al lado. Nos transmitíamos muchísima confianza. Y esa unión dura hasta hoy. Nos seguimos viendo mucho, somos como hermanos.
P. ¿Era similar a la relación con Kobe Bryant?
R. No, era diferente. Con Shawn [Kemp] compartí cada día durante ocho años, con Kobe [Bryant] estuve solo uno. Nos habíamos enfrentado muchas veces antes de ser compañeros y nos conocíamos bien. Me dio mucha pena su pérdida, era como un hermano pequeño para mí.
P. Todavía es difícil de explicar el desenlace de aquellos Lakers. Además de usted, en la plantilla estaban Kobe Bryant, Shaquille O’Neal y Karl Malone. ¿Fue un fracaso aquella derrota con los Pistons en 2004?
R. No lo veo como un fracaso, para nada. Fracaso hubiera sido no llegar a las Finales. La gente tiene que entender que Karl Malone estaba muy tocado [jugó 42 partidos en temporada regular], Kobe estaba con su caso con la justicia todavía abierto [acusado de violación] y Shaq andaba peleado con la gerencia por su contrato [fichó por Miami después de aquellas Finales]. Los Pistons jugaron todo el año juntos, sin lesiones, y nosotros sufrimos gran parte del año con gente del banquillo. Y aun así llegamos, eliminando a los Spurs en San Antonio. No fue un fracaso. Simplemente, nos encontramos con Detroit en un momento en el que ellos hicieron clic.
P. Durante sus 13 temporadas en la NBA, tan solo se perdió 25 partidos. ¿Cómo es posible?
R. Un talento que me dio Dios [sonríe]. Sumado a las horas de trabajo y a mi mentalidad, claro. Y ojo, eso no quiere decir que no me doliera. Sufrí mucho, pasé lesiones, pero no dejé que nadie lo supiera. Aprendí a convivir con el dolor. [Piensa unos segundos] La realidad es que durante mi mejor época solo me perdí tres o cuatro partidos. Los otros 20 fueron cuando fiché por Miami, ya en la recta final de mi carrera.
P. Allí ganó un anillo.
R. Tenía 37 años y me quería retirar, pero llegaron los Heat y me convencieron para seguir. Lo tomé como una oportunidad. Pat Riley me sentaba en el banquillo más tiempo del que acostumbraba, pero nunca me lo tomé mal. Había una canasta y eso era todo lo que necesitaba.
P. ¿Cuál es el mejor equipo que ha visto?
R. Me gustaba la década de los ochenta... ¡El equipo de Magic Johnson! Kareem Abdul-Jabbar, James Worthy, Michael Cooper, Kurt Rambis… ¡Y Magic! Por algo los llamaban showtime (espectáculo). Me encantaban.
P. ¿Cree que usted llegó a jugar a ese nivel?
R. Sí, con los Sonics creo que sí. Estábamos a ese nivel. Ganábamos 50 o 55 partidos cada año. Y lo hicimos durante mucho tiempo. Pero no ganamos un campeonato... ¡Ojalá lo hubiéramos conseguido!
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