La última reivindicación de Megan Rapinoe, contra sí misma
La estrella estadounidense se queja de su inclusión en el once ideal de la FIFA tras disputar solo tres partidos en 2020: “Tenemos jugadoras fenomenales en el mundo y debemos reconocerlas”
Icono cultural, referente gay, defensora de las minorías y azote político de Trump, Megan Rapinoe lleva años en lucha contra las desigualdades sociales y por la equiparación salarial entre hombres y mujeres. La delantera estadounidense, de mechas platino y morado y pelo corto, de físico portentoso a pesar de su 1,70m de altura y de discurso afilado contra todo tipo de discriminación, tampoco se calló cuando la FIFA la incluyó este jueves en el once ideal del año a pesar de no disputar ni un encuentro desde marzo...
Icono cultural, referente gay, defensora de las minorías y azote político de Trump, Megan Rapinoe lleva años en lucha contra las desigualdades sociales y por la equiparación salarial entre hombres y mujeres. La delantera estadounidense, de mechas platino y morado y pelo corto, de físico portentoso a pesar de su 1,70m de altura y de discurso afilado contra todo tipo de discriminación, tampoco se calló cuando la FIFA la incluyó este jueves en el once ideal del año a pesar de no disputar ni un encuentro desde marzo, cuando la pandemia dejó durante meses al mundo en stand by. La deportista, de 35 años y Balón de Oro 2019, agradeció en sus redes el reconocimiento, pero sobre todo destacó su desazón: se quejó de que no hubiera sido seleccionada otra futbolista con talento que haya jugado más partidos en 2020.
Rapinoe, que lleva una década con el altavoz del deporte en la mano para promover causas como la igualdad de género o los derechos LGTB+, reivindicó el fútbol femenino por encima de su nominación. “Me sorprendió haber cumplido con los criterios de selección ya que no he jugado un partido desde marzo”, se sinceró. Y añadió: “Tenemos jugadoras fenomenales en todo el mundo y todas debemos hacer lo posible por reconocerlas. Que yo fuese seleccionada arroja luz sobre el hecho de que para impulsar nuestro juego debemos seguir invirtiendo en el fútbol femenino para dar a más jugadoras la oportunidad de ser vistas en televisión”.
La delantera del OL Reign (Tacoma, Washington), ganadora de los Mundiales de 2019 y 2015 y medalla de oro con Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 2012, solo ha disputado tres partidos este año. Fueron en marzo, en la SheBelieves Cup, en la que la selección estadounidense derrotó a Inglaterra, España y Japón para levantar el título. Rapinoe marcó un gol en la victoria ante las niponas (3-1) —su único tanto en todo el curso— el día 12 de ese mes. Fue su última aparición en un terreno de juego en 2020 porque optó por no estar el pasado verano en Utah en la burbuja de la National Women’s Soccer League, en la que se celebró la Challenge Cup. Tampoco fue convocada para el último choque que jugó Estados Unidos, un amistoso ante Países Bajos el 27 de noviembre. De las 11 futbolistas seleccionadas en la alineación del año de la FIFA, solo Rapinoe ha jugado tan poco.
La respuesta de la delantera contra su elección —han votado 2.412 profesionales de todo el mundo— es, de momento, la última reivindicación de una futbolista que se ha convertido en un fenómeno global. Rapinoe hizo pública su homosexualidad en 2012 —en categoría masculina ningún jugador profesional en activo ha dado ese paso—. Casada con Sue Bird, una estrella del baloncesto que ha sido cuatro veces campeona olímpica con Estados Unidos, colabora con Athlete Ally, una organización que lucha contra la homofobia en el deporte, y con Common Goal, que incita a los deportistas profesionales a donar un pequeño porcentaje de su salario para causas sociales.
En el verano de 2019, durante su exhibición en el Mundial de Francia —fue Balón de Oro y Bota de Oro del torneo—, Rapinoe lanzó varios dardos al aún presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La delantera, que calificó al mandatario de sexista, misógino y racista, avisó de que si ganaban la copa no irían a “la puta Casa Blanca” a verse con el republicano. “¡Termina el trabajo antes de hablar!”, le respondió el mandatario en Twitter. Rapinoe contestó con un gol para abrir el marcador ante Países Bajos y alzar el trofeo.
Ni ella ni sus compañeras pisaron la Casa Blanca para celebrar el título mundial. Se fueron a Nueva York y desfilaron por el Cañón de los Héroes, como Nelson Mandela por su lucha contra el apartheid sudafricano o el general Dwight Eisenhower por liderar las Fuerzas Aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. Ante 300.000 personas se arrancó con un discurso en defensa de la diversidad: “Tenemos el pelo rosa y el pelo morado, tatuajes y rastas, tenemos chicas blancas, negras y lo que hay en medio. Tenemos chicas heterosexuales y chicas gais”.
Otro de sus combates es la igualdad salarial entre hombres y mujeres. En marzo de 2019, con sus compañeras de selección, denunció a la federación estadounidense por discriminación de género por las diferencias de sueldo entre el equipo masculino —que no se clasificó para el Mundial de Rusia 2018— y el femenino —ganador de cuatro Campeonatos del Mundo, entre ellos los dos últimos—, aunque el pasado mayo un juzgado tumbó la demanda.
Demócrata declarada, en la última carrera a la Casa Blanca dio su apoyo a la senadora Kamala Harris en los caucus del partido. Esta última semana retuiteó varios mensajes de Alexandria Ocasio-Cortez, una de las figuras emergentes del Partido Demócrata, como uno en el que afeó al republicano Marco Rubio que no protestase cuando su compañero de formación Ted Yoho la llamó “fucking bitch” (maldita zorra) frente al Capitolio. Fue el mismo día que protestó por su inclusión en el once del año. “Mucho que agradecer, pero mucho trabajo aún por hacer”, resumió en su cuenta de Instagram.