Una espinosa denuncia de sumisión química
EL PAÍS siguió el caso de una acusación de violación bajo los efectos de las drogas durante una convención de Tecnocasa que la jueza ha cerrado al no ver indicios del delito
Entre la catástrofe de Valencia y la reelección de Trump, es posible que a muchos lectores les haya pasado inadvertido el último capítulo de un caso del que EL PAÍS comenzó a informar en julio. En un auto del 29 de octubre, la jueza decide archivar la causa por una violación bajo sumisión química durante la convención anual de la inmobiliaria Tecnocasa, celebrada a finales de junio en Santander, porque “no existen indicios de la comisión del delito denunciado”. Además, comunica a otro juzgado la posible existencia de una denuncia falsa.
EL PAÍS ha publicado nueve noticias sobre la investigación, firmadas por la corresponsal de género, Isabel Valdés, y publicadas en la sección de Sociedad. En este tiempo algunos lectores han planteado dudas a la defensora sobre el caso. Ahora que ha sido inicialmente archivada la causa, es necesario revisar con transparencia todo este trabajo periodístico.
Pertinencia. La sumisión química es un delito novedoso, que se incorporó en 2010 al Código Penal y, con la ley del solo sí es sí, se considera agravante: cuando el autor de una agresión sexual utilice cualquier sustancia para anular la voluntad de la víctima. Es, además, una práctica en aumento, según los datos de Interior: en 2021 hubo 64 denuncias de agresión sexual con drogas o fármacos; en 2022, 160, y hasta junio de este año, 136. Al ser un delito que causa alarma social, un periódico debe informar de los casos.
Nuevo proceso. La jueza ha ordenado la deducción de testimonio contra la mujer que denunció la violación, lo que significa que otro juzgado investigará un posible delito de falso testimonio. Antes, el archivo de la causa debe ser firme y todavía cabe recurso. Por lo tanto, aún no puede hablarse de una denuncia falsa, porque sería necesaria una condena. Cada día de 2023 se registraron 546 denuncias por violencia de género (que incluyen la violación), según el Consejo General del Poder Judicial. En todo ese año, la Fiscalía General del Estado registró 12 procedimientos abiertos por denuncia falsa en casos de violencia machista. “El porcentaje de sentencias condenatorias por denuncia falsa es ínfimo”, señala en su última memoria anual. “El promedio entre los años 2009 [cuando empezaron a recogerse datos] y 2023 es del 0,0084 %”.
Indagaciones. El deber de diligencia debida del periodista implica que los hechos recogidos en una noticia deben ser verificados. La primera información publicada se titulaba: ”Una mujer denuncia una sumisión química durante una convención de una gran inmobiliaria en Santander”. ¿Cómo se contrastó la información? Primero, con la denuncia presentada ante la Policía Nacional en Zaragoza, que lleva fecha del 20 de junio y que dio pie a una investigación y a que se judicializara el caso. Luego la periodista comprobó que el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de la misma ciudad había abierto el protocolo por agresión sexual y emitido un informe médico, al que accedió. Valdés explica que el relato de los hechos se basó siempre en la narración recogida en la denuncia. Ella subraya que siguió el caso y recogió en varias informaciones cómo evolucionaba: las declaraciones ante la jueza, las contradicciones de los testigos, hasta el archivo.
Pruebas toxicológicas. La periodista escribió que los resultados de la prueba bioquímica dieron positivo en cocaína y benzodiacepinas. “¿Nadie se preguntó si es compatible la presencia de cocaína con sumisión química? Porque llama mucho la atención que se use una sustancia euforizante para someter”, planteó el lector José Francisco Martínez. La redactora consultó con médicos especializados que le explicaron que en estos casos es habitual encontrar cocaína junto a otras sustancias, porque el agresor se asusta cuando la mujer está demasiado ida y se la administra por la nariz con la intención de despertarla. Resultaba, por tanto, verosímil.
Otros testimonios. La redactora trató de hablar con el denunciado y con otros empleados de Tecnocasa. Había dos escenarios: Santander, donde se celebró la convención, y Zaragoza, donde se presentó la denuncia. La reportera no viajó a ninguno de los dos lugares, pero contactó con el gerente de la inmobiliaria en la capital aragonesa, que era quien podía servir de enlace con el resto de los trabajadores. Este no atendió sus mensajes. La versión del denunciado o de la empresa la han dado siempre sus abogados.
Versiones contradictorias. A mediados de septiembre, El Mundo revela las declaraciones tomadas por la Policía a 23 personas. La corresponsal de género se hace con el mismo documento y lo publica con el título: “Varios testigos contradicen la versión de la mujer que denunció una violación en la convención de Tecnocasa”. Es entonces cuando la mujer decide divulgar su nombre en un comunicado. Hasta entonces, se había cumplido la obligación, incluida en el Libro de Estilo, de respetar el anonimato.
Géneros. La elección del género periodístico determina cómo se narran los hechos. El Libro de Estilo recoge que “la presencia del autor es mínima en la noticia, pero máxima en el artículo de opinión”. Entre ambos, se clasifican las crónicas, los reportajes o las entrevistas. Aunque todas las informaciones de este caso llevan un titular de noticia, el relato de los hechos adopta el formato de la crónica, que permite cierta interpretación, pero requiere que el periodista presencie parte de los hechos. Eso motivó que ya desde la primera pieza en algunos párrafos la historia se narrara de forma subjetiva. Un ejemplo: “Después de convivir con una laguna casi completa cuatro días, el pasado miércoles recordó que alguien la tiraba sobre la cama, un puñetazo y un bofetón. Y de nuevo un apagón de la noche en la que ocurrió.”.
Cautela. El redactor jefe de Sociedad, Pablo Guimón, destaca que la narración se basó en hechos recogidos en varios documentos: una denuncia ante la Policía, la declaración de un amigo ante los agentes, dos cartas de despido y una orden de alejamiento impuesta por un juzgado. También, que los titulares de todas las noticias fueron meramente informativos y con todas las cautelas. “Pero la evolución posterior del caso, con el archivo de la causa y el auto de la jueza que concluye que ‘no existe indicio alguno de que haya existido una sumisión química’, nos muestra la necesidad de proceder con la máxima cautela en estos casos basados en denuncias”, afirma.
Conclusión. El trabajo periodístico era pertinente, se contrastó la información y lo narrado era verosímil. Pero, en el difícil ejercicio de contar un hecho basado en lo que ha ocurrido entre dos personas en la intimidad, sin testigos, habría sido más prudente una narración aséptica. El tipo de relato utilizado provoca al lector la confusión de que se recogen los hechos probados de una sentencia, cuando lo que se plasma es una denuncia de parte. Para sostener el relato de forma tan subjetiva hacían falta más indagaciones, más testimonios y, en definitiva, más información.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).