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La bravura y el escándalo

Gómez del Pilar corta una oreja y da una vuelta al ruedo en una interesante corrida concurso de ganaderías

Mejor no imaginar la sensación de rabia, impotencia y desazón que debió sentir el ganadero de Palha tras lo ocurrido en el tercio de varas del tercero de la tarde, Saltillo, un ejemplar herrado con el número 341, de 592 kilos, negro de capa y nacido en abril de 2021. Criar un animal así de bravo para que te lo asesinen en el caballo… No hay derecho.

Si el tercio de varas es el verdadero termómetro de la bravura —como ya pocos seguimos defendiendo—, Saltillo fue bravo de veras. Fijo y encelado, la cara abajo, y sin pegar una sola cornada, permaneció varios minutos empujando bajo el peto, moviendo (¡ya tiene mérito!) a la mole acorazada (presunto caballo) para allá y para acá. Casi derriba, pero eso ya era un imposible. No lo cogió mal el picador al principio, pero, a partir de ahí, comenzó el escándalo y la carnicería.

Encima de aquel tanque de cuatro patas, vestido de oro, estaba sentado Carlos Prieto, picador de toros, según el programa; matarife de verdadera profesión. Durante los largos minutos que el toro se pasó empujando, Prieto no solo no levantó el palo, sino que lo movió, llegando incluso a cambiar la puya de sitio. ¿Un puyazo? En realidad, tres. Pero Saltillo, de sangre brava, no se lo pensó dos veces y cuando lo volvieron a colocar de largo, allí que se arrancó con total presteza y emoción.

De nuevo, empujó fijo y costó un mundo sacarlo. Y, de nuevo, aquel matarife se ensañó con él moviendo la vara y dejando varios puyazos en uno, incluido un alevoso ojal causado por una de aquellas lanzadas indiscriminadas. Los aficionados, indignados, protestaron en pie, reclamando a la presidencia una sanción ejemplar para aquel desalmado. De cerca, bajo un silencio cómplice, se mantuvo su jefe de filas, Javier Herrero, que, en otra muestra de su falta de afición, pidió el cambio de tercio, birlándonos la oportunidad de ver a Saltillo en una tercera vara.

El pobre animal, claro, llegó exhausto al último tercio. Tenía nobleza y ganas de embestir, pero el castigo infligido le había dejado sin fuerzas. Aún así, tras una insulsa faena y una estocada, se resistió a morir. La ovación en el arrastre fue de gala; igual que la bronca a picador y matador por aquel vergonzante espectáculo.

Tampoco anduvo acertado Javier Herrero con el quinto, de José Escolar, encastado, repetidor y de corto recorrido. Dio infinidad de muletazos entre la indiferencia del público y bajo una leve lluvia que se disipó pronto.

El único que demostró afición y compromiso con Madrid y su corrida concurso fue Gómez del Pilar, que lidió con brillantez y lució en varas a su lote. Sus dos toros, de Partido de Resina y Rehuelga, fueron los únicos que fueron tres veces al caballo. El primero de ellos, de imponente y preciosa estampa, gazapeó mucho y salió rápido del peto, aunque cumplió. Del Pilar, que comenzó con dos muletazos por alto y otro puñado por bajo, construyó una faena a menos en la que faltó ceñimiento. Inteligente y generoso, le dio distancia al comienzo de las tandas y éste respondió acudiendo con alegría, nobleza y por abajo (virtud que nunca tuvieron los míticos pablorromeros).

Le pidieron la oreja tras una buena estocada, pero todo quedó en una vuelta al ruedo. El de Partido de Resina, Excitado, que protagonizó una espectacular y solemne muerte de bravo, se marchó al desolladero en medio de una gran ovación y, al finalizar el festejo, fue declarado triunfador de la concurso.

Sí paseó Gómez del Pilar la oreja del sexto, otro bello y astifinísimo ejemplar con el hierro de Rehuelga, que también aprobó en varas (aunque tardeó mucho en la última) y que embistió con castita y buen fondo, aunque a media altura. La faena de muleta fue muy larga, demasiado, y el torero volvió a pecar de mala colocación, retrasando constantemente la pierna. Destacó en algún redondo largo y templado, así como en varios naturales ejecutados de frente, al final del trasteo. En una de esas, el de Rehuelga, Buendía por los cuatro costados, demostró que era noble, pero no tonto, y le cazó, cogiéndole sin consecuencias.

A sus 47 años, y tras 16 como matador de toros, Rubén Sanz confirmó su alternativa en Las Ventas. Sin suerte. Tras tanto tiempo esperando la oportunidad, se topó con un lote sin opciones. Su primero, de Concha y Sierra, se movió, pero a la defensiva, sin fuerza y soltando siempre la cara; el cuarto, de Murteira Grave, muy serio por delante, tampoco tuvo casta ni clase. El soriano, que anduvo toda la tarde mal con la espada, se mostró desconfiado con su segundo, pero dejó algunos pasajes de naturalidad y buen gusto frente al que abrió plaza.

Distintas ganaderías/Sanz, Herrero, Gómez del Pilar

Toros de Concha y Sierra (1º), noble, blando, descastado y a la defensiva con la cara alta; Palha (2º), bravo en varas y noble, pero agotado, en el último tercio; Partido de Resina (3º), bueno por su humillación y nobleza encastada; Murteira Grave (4º), descastado y sin clase; José Escolar (5º), encastado, listo y de corto recorrido, y Rehuelga (6º), noble, con castita y buen fondo, aunque a media altura y algo soso. Todos bien presentados (más justo, aunque en tipo, el de Escolar) y cumplidores en los caballos (solo el de Partido de Resina y Rehuelga tomaron tres puyazos). 

Rubén Sanz, que confirmaba la alternativa: pinchazo, pinchazo hondo en los blandos y media estocada caída (palmas); pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (silencio).

Javier Herrero: estocada ligeramente delantera y contraria (pitos); _aviso_ pinchazo y estocada tendida y atravesada (silencio).

Gómez del Pilar: estocada _aviso_ (vuelta tras petición de oreja); estocada algo delantera, desprendida y contraria _aviso_ (oreja).

Plaza de toros de Las Ventas. Domingo 28 de septiembre. Alrededor de un tercio de entrada (9.163 espectadores, según la empresa).

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