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La gran verdad del toreo

Román se quedó solo en el ruedo tras el dramático percance de Borja Jiménez y cortó dos orejas de una muy emocionante corrida de La Quinta

Dicen que del amor al odio solo hay un paso; de la mentira del toreo a la verdad, también. O solo 48 horas de diferencia, entre el bochorno del pasado lunes y la épica de la última de Fallas. Este cierre fallero tuvo dos momentos culminantes y de signo distinto: el dramático y el hermoso. Drama, y a punto de convertirse en tragedia, la cogida sufrida por Borja Jiménez al entrar a matar al segundo de la tarde. El toro lo prendió por el pecho, lo mantuvo en el aire unos segundos angustiosos, y lo estampó directamente contra las tablas. Se presagiaba lo que, afortunadamente, no se confirmó. Una g...

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Dicen que del amor al odio solo hay un paso; de la mentira del toreo a la verdad, también. O solo 48 horas de diferencia, entre el bochorno del pasado lunes y la épica de la última de Fallas. Este cierre fallero tuvo dos momentos culminantes y de signo distinto: el dramático y el hermoso. Drama, y a punto de convertirse en tragedia, la cogida sufrida por Borja Jiménez al entrar a matar al segundo de la tarde. El toro lo prendió por el pecho, lo mantuvo en el aire unos segundos angustiosos, y lo estampó directamente contra las tablas. Se presagiaba lo que, afortunadamente, no se confirmó. Una gran paliza. Y un milagro, desde luego.

Ese segundo toro, fuera del tipo de la casa, negro de capa, bien armado y hecho, no era gran cosa por fuera, pero llevaba la lección aprendida por dentro. El inicio de la faena de Borja Jiménez fue espléndido: doblones con mando y el remate con la izquierda. Siempre con la torería por bandera, Jiménez gobernó la encastada embestida de un toro que no perdía de vista los muslos del torero. Todo tuvo la transmisión y la emoción de los momentos mágicos del toreo. Los muletazos, bajando mucho la mano, obligando. Un hermoso duelo que no tuvo la misma lucidez por el pitón izquierdo, por donde el toro miraba mucho de reojo. Un desarme, un vientecillo molesto, y molinetes muy ajustados, fie el final de trayecto de una faena impecable. Al entrar a matar fue cogido de forma muy dramática. Se lo llevaron a la enfermería y en la plaza quedó la sensación de que algo grave llevaba el espada sevillano. Román despenó a ese toro de media baja.

El otro momento de la tarde llegó en el quinto, un toro que debió ser el segundo del lote de Jiménez, pero al correr turno se lidió penúltimo. Un animal fino de cabos, de muy bella estampa, al que Román no dudó en recibir con una larga cambiada de rodillas, para seguir con cuatro verónicas de igual guisa y el remate ya de pie. Y un espectáculo el tercio de varas, con un Francisco Ponz ‘Puchano’ que dio réplica al bravo toro con dos puyazos memorables. Román dejó lucir a su oponente: lo dejó abierto en la primera vara y en la misma boca de riego en la segunda. Y allá que se fue el de La Quinta, alegre, pronto y desafiante. Y allí que le echó el palo Puchano con torería, para clavar en su sitio. Pocas veces una plaza ha rugido en el primer tercio como en ese trance. Ovación histórica al picador. Luego, un buen tercio de Juan Sierra y Luis Blázquez, para dejar en las manos de Román un toro de bandera pero exigente al máximo. El de La Quinta, “Famoso” de nombre, mantuvo sus constantes en la muleta. La faena de Román, muy medida de muletazos, tuvo sus mejores momentos sobre el pitón derecho. Con limpieza, sacó tres series completas de buen corte, aunque se frustrara el toreo con la izquierda después de un enganchón inoportuno. Media estocada rotunda acabó con el bravo toro, al que se le dio la vuelta al ruedo. Román, en un gesto que le honra, sacó a su picador Puchano para que le acompañara en la vuelta al ruedo.

Con Borja Jiménez en la enfermería, Román se hizo cargo de toda la corrida. A mitad de festejo corrió el rumor de que Borja Jiménez volvería al ruedo para matar sus dos toros siguientes. Se corrió el turno y dejaron para el final de la corrida los dos que en teoría le correspondían al torero sevillano. Pero no pudo ser y, definitivamente, Román tomó la mayor responsabilidad de su vida.

Ya con el primero de la tarde, Román abrió el compás para torearlo de largo sobre la derecha, mano muy baja, mientras que por la izquierda le costaba un punto al toro. Un improvisado cambiado por la espalda y las manoletinas finales de mucha llegada al tendido dieron paso a una estocada trasera que hizo guardia. El tercero lo brindó Román al burladero de los médicos, que para entonces estaban atendiendo en la enfermería a Borja Jiménez. Firme, sin resquicios, con el toro muy humillado, lo mejor de Román fue el toreo en redondo. El cuarto, de embestida como un tren de alta velocidad, lo puso a prueba. Algunas dudas, un desarme, y una serie con la derecha de pura emoción. Como suele pasar, faltaba saltar el garbanzo negro de la familia, que fue el sexto. Un quite por chicuelinas del sobresaliente, Víctor Manuel Blázquez, parecía descubrir un toro con posibilidades. Derribó en el primer encuentro con el caballo y se enceló con la presa, que estuvo a su merced un buen rato. Fue el manso que se coló de rondón en un lote de toros de tanta emoción. No quiso muleta ese toro, que buscó la huida hacia las tablas. La espada y el descabello se le atragantaron a Román. Pero la épica estaba consumada, gracias a una emocionante corrida de La Quinta.

La Quinta / Román, Borja Jiménez

Seis toros de La Quinta, de impecable presencia. De muy variado juego y todos con la emoción por bandera. Al quinto se le dio la vuelta al ruedo. El sexto, manso declarado, fue la excepción. Cumplidores en el primer tercio.

Román: estocada que hace guardia (saludos); media baja, en el que mató por Borja Jiménez; estocada perdiendo muleta _ aviso _ y descabello (saludos); estocada algo trasera perdiendo muleta _ aviso _ (oreja); media algo trasera (oreja); cuatro pinchazos, estocada, descabello _aviso _ cuatro descabellos más (palmas). Salió a hombros por la puerta grande

Borja Jiménez: cogido al entrar a matar al segundo. Fue asistido de fuertes contusiones en la región lumbar y varetazos en abdomen y hombro izquierdo, calificadas de pronóstico reservado, que le impidieron continuar la lidia.

Plaza de Valencia, 19 de marzo. Novena y última corrida de la Feria de Fallas. Casi lleno. Presenció el festejo desde una barrera el rey Felipe VI, flanqueado por el torero retirado Luis Francisco Esplá y el ganadero Antonio Bañuelos. Los dos espadas le brindaron sus respectivos primeros toros. Tras el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la dana del pasado 29 de octubre.

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